El Proyecto Lemu

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El Proyecto Lemu es una iniciativa nacida en el Valle de Epuyen en 1990 y tiene como su objetivo básico la protección y revalorización del bosque nativo andino patagónico.
La coordinación general de sus acciones está a cargo del fotógrafo Lucas Chiappe, responsable del proyecto desde su creación, autor de dos libros de Fotografía: “Imágenes de un Sueño” y “Alma de Bosque”, y a la vez miembro de la “Red de Innovadores Sociales de Ashoka”,
Lucas Chiappe fundó originalmente el proyecto Lemu en 1990 con el propósito de promocionar la protección de lo que quedaba de los bosques nativos en el Valle de Epuyen.
Se trata de un sueño ambicioso por el que el fotógrafo, su fundador y director, fue elegido como Fellow Ashoka en 1997. Impulsor del primer Parque Provincial del Noroeste del Chubut y del “Parque Provincial Cerro Pirque”, Chiappe trabaja incansablemente para preservar la biodiversidad del bosque y lo hace sobre la base de la educación ecológica y la promoción de viveros de árboles nativos.
Además de ser el director del Proyecto Lemú y es uno de los líderes del movimiento ecologista que tiene centro en la provincia de Chubut pero que gravita en toda la Patagonia. A través de su libro «La Patagonia de Pie, Ecología vs. Negociados» se pueden ver otras de sus luchas. Contra el dique de Epuyen, la salmonicultura en el Lago Epuyen y los bosques nativos.

El Proyecto Lemu
Las acciones lanzadas para lograr este objetivo se dividen en cuatro “ramas” principales:
1º) La concientización de la población, a través de la edición de material didáctico: Cuentos para niños, Textos para educadores, Manuales, Juegos didácticos, Separadores televisivos, obras musicales, Informes, Agendas, Folletos, Guías, Separadores televisivos, Documentales, etcétera.
2º) La educación de los alumnos y docentes de las escuelas rurales de la bio-región cordillerana alrededor del paralelo 42º , con un programa de educación (en lo posible al aire libre), que englobe la temática forestal desde un punto de vista que integra todos los aspectos sociales, ecológicos y económicos de nuestra bio-región patagónica.
3º) La estimulación y promoción para que se creen viveros de árboles nativos en todos los establecimientos educacionales de la Patagonia, incluyendo por supuesto los destacamentos forestales, las municipalidades y todas las reparticiones públicas, apoyando toda plantación de espacios verdes con plantas autóctonas.
4ª) El trabajo interinstitucional con las direcciones de Bosques y las Legislaturas provinciales para la creación de nuevas Áreas Naturales Protegidas y para la ampliación de las ya existentes a través de “corredores biológicos” de enlace e “interconexiones”, tendiendo a la creación de un futuro “Santuario Internacional del Bosque nativo al Sur del Paralelo 40º”, en Argentina, Chile, Australia y Nueva Zelandia.
El “Proyecto Lemu”, impulsor del primer Parque Provincial del Noroeste del Chubut: el “Parque Provincial Cerro Pirque”, en el valle de Epuyén, ha recibido a lo largo de los años, numerosos reconocimientos nacionales e internacionales entre los que se destacan:
“El Faro del Fin del Mundo”, de la Gobernación de Tierra del Fuego, como la mejor propuesta ecológica de la Argentina.
“El Premio Rolex en Medio Ambiente” por su espíritu de iniciativa, originalidad y profesionalidad en el manejo del tema forestal andino patagónico.
“1º Premio al mejor documental nacional ATVC’97 con: “El Sueño de los Bosques”.
“Nominación en el Premio FundTV’96 Rubro Divulgación Científica y Educación”.
“Premio ex-aequo ATVC’97 por sus spots televisivos sobre la protección de los bosques nativos cordilleranos.

Además sus acciones han sido respaldadas por las organizaciones internacionales:
“Foundation for Deep Ecology”,“WWF”, “Unicef ”,“Ancient Forest International”, “LEAF”, “Foundation for Ecology and Development”, “Human-i-Tees”, “EcoConciencia”, “Native Forest Network”. Y su programa de capacitación docente y no-docente, está siendo apoyado por el Plan de Acción Social del “Ministerio de Cultura y Educación de la Nación”.

Los Bosques Nativos
Nadie puede desconocer que los múltiples estudios llevados adelante por los biólogos, ecólogos y estudiosos de la biodiversidad, a lo largo y ancho del planeta, están poniendo de manifiesto que: «La pérdida de los bosques nativos del planeta representa el error más lamentable que ha cometido la raza humana en su entera historia».
Ya nadie debería discutir el hecho que los bosques nativos son ecosistemas que deben ser descritos y evaluados como: «Una colección completa de la vida que contienen». Y es por eso mismo que hay una necesidad urgente de re-evaluar los bosques y las políticas forestales que ha adoptado la humanidad, a medida que se siguen descubriendo los múltiples beneficios que acarrean para todos los seres que habitamos en el Planeta Tierra.
Lamentablemente, el punto crucial que nos indica haber superado holgadamente la capacidad de restauración natural de los bosques, lo encontramos en las frías estadísticas que nos apabullan: el Planeta perdió ya el 60% de su cobertura vegetal en los últimos 200 años… proceso que se aceleró brutalmente desde el advenimiento de la «era industrial moderna» (la Argentina perdió el 70% de sus bosques nativos en los últimos 100 años), y tomó ribetes de suicidio colectivo a partir de 1950… actualmente, sólo un cuarto del total inicial, aun conserva un manto de ecosistemas relativamente intactos.
El resto consiste en zonas desérticas, agrícola- ganaderas o madereras (comerciales y de reforestación fragmentaria) biológicamente degradadas.
Para nosotros, que vivimos muy de cerca la temática forestal, es obvio que las palabras clave para comenzar a hablar de un «manejo forestal» de un bosque nativo, deberían ser «ecología» y «biodiversidad». Vale a decir: una toma de conciencia sobre la interconexión de las especies, lugares, climas, condiciones del suelo y sus microorganismos, el agua, la topografía, los factores estresantes y la diversidad biológica de quienes cohabitan dentro de ese sistema extremadamente frágil y complejo.
Además no podemos olvidar por un solo momento que la «producción natural» de un bosque redunda en una gran cantidad de beneficios y valores ambientales que nada tiene que ver con la madera. Por eso insistimos en recalcar que: el primer objetivo de un supuesto «manejo forestal» tiene que ser la sustentabilidad del ecosistema «bosque nativo», por sus propios medios. Este concepto se conoce también como «»ética planetaria», y a pesar de no ser un descubrimiento de nuestros días (todas las culturas aborígenes primitivas han aplicado este concepto durante milenios para garantizarse el recurso sin atentar contra su propia subsistencia), sigue siendo un concepto que, tanto los ingenieros forestales de la vieja guardia, como los políticos ambiciosos del poder a corto plazo, han obviado de sus ámbitos de discusión por miedo a pisarle los callos a los empresarios forestales que de alguna forma les dan de comer.
Si no ¿cómo habríamos podido olvidarnos, en sólo un par de siglos, el hecho que los bosques nativos son una comunidad heterogénea, vibrante y altamente desarrollada, diseñada para cumplir una infinidad de funciones que van mucho más allá del hecho de proveernos madera? o que: «el tipo» de bosque, la pendiente, los aspectos de su historia natural, edades e interconexiones entre las especies, son solo algunas de las variables que distinguen a un bosque de una plantación comercial. En consecuencia, si vamos a hablar de una silvicultura bien pensada, debemos adoptar un principio básico: imitar a la Naturaleza en una escala de tiempo diferente… Esa sería la única manera para justificar la utilización del término «manejo sustentable» cuando se habla de «la piel del planeta»…