El Gobierno Kirchner podrí­a caer ante futuras protestas. ¿Quiere renunciar la Presidente?

Locura oficial: Cristina acusa a los productores por la quema de pastizales.

La pérdida de la brújula por parte de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner se ha visto confirmada en las últimas horas, luego de responsabilizar la primera mandataria a los ruralistas por la quema de pastizales y la subsecuente humareda que mantiene aislada a la Capital Federal del resto del país. El ex presidente Néstor Carlos Kirchner, decepcionado de la actuación de su esposa. Análisis de los escenarios de cara a futuras protestas. La Presidente ya cosecha un rechazo ciudadano cercano al 85% y su permanencia se torna insostenible.

Ya lo había anticipado El Ojo Digital desde la presente columna : la inflación y los problemas derivados de la crisis energética gatillarían nuevas protestas, como finalmente ocurrió. Aunque pocos o ningún medio se atrevió a pronosticar que el campo argentino lograría aglutinar a las clases medias, conduciendo, a la postre, a los recientes cacerolazos.

Interesantes novedades se han producido a la vera del clima político en las últimas horas, y no quedan ya dudas de que ese clima se enrarece en forma acelerada a medida que transcurren los días.

Las «negociaciones» con los principales referentes del campo continúan trabadas, a pesar de que hace poco se hicieran menciones a un supuesto acuerdo sobre la liberación de la exportación de carnes. Volvió a acaparar la luz de los reflectores la devaluada imagen del polémico Guillermo Moreno, que -enviado por Néstor Kirchner desde Olivos, donde pasa más tiempo que en Puerto Madero- deshiló la madeja que se venía tejiendo desde la Casa Rosada entre Alberto Fernández y referentes del reducido núcleo del cristinismo. Esta situación es la que llevó finalmente a Elisa Carrió a sentenciar que Kirchner boicotea la gestión de su señora esposa. Existe una trama complicada dentro de este maquiavelismo sin fronteras : el ex presidente se encuentra operando para eyectar a Alberto Fernández del poder, y continúa endilgándole permanentemente la responsabilidad por lo sucedido con los ruralistas. Sería correcto malinterpretar las afirmaciones del ex primer mandatario cuando amagó ofrecerse para el puesto de Jefe de Gabinete, con tal de remover a Alberto. Ello implicaría realizar un análisis demasiado lineal, que en política es el camino más errado. La bronca de Kirchner contra Fernández fue revelada con el detalle de los diálogos por la web Seprin.com recientemente; luego se subiría al tren de la novedad la revista Noticias de Jorge Fontevecchia.

Los embates kirchneristas contra el cristinismo conllevan la necesidad de encolumnarse detrás de un cauteloso análisis. Por un lado, arremete Kirchner contra Fernández, pero por otro, en círculos muy cerrados ya se sabe que Néstor se encuentra «sumamente decepcionado» por la faena que viene realizando Cristina Fernández, su mujer, en el sillón de Rivadavia. Otros medios se han ocupado específicamente de analizar la agenda de la primera mandataria, y las conclusiones no son para nada felices : tal parece que la Presidente invierte la mayor parte del tiempo en reuniones, cocteles y cenas de gala en el exterior, y otro tanto para ir de shopping. Más o menos, una confirmación de que el poder real continúa en las manos de su consorte, y que tal fue el acuerdo que le permitió llegar al poder en octubre pasado : aceptar su condición de figura decorativa que no toma decisiones importantes.

Las intervenciones de la propia Presidente en cuestiones fundamentales disparan siempre importantes reacciones de rechazo entre los ciudadanos de todo el país. Este no es un detalle menor, ya que en tiempos de la campaña electoral, los analistas políticos de mayor relieve y credibilidad -se pueden contar con los dedos de una mano en la Argentina- observaban la escasez de apariciones de Cristina. Las conclusiones fueron evidentes : el círculo que rodeaba a la candidata conocía de antemano el estilo agresivo de su comunicación y su exhibición recurrente en los medios solo lograría restarle puntos a la falsa popularidad que arrastraba gracias a Néstor Kirchner. El inverosímil 70% de popularidad del ex presidente se confirmó, dado que su esposa apenas arañaba los 38 puntos en intención de voto, y el aparato kirchnerista actuó a su debido tiempo, robando boletas de la oposición en los cuartos oscuros y movilizando a la propia tropa para acercarle el porcentaje necesario y así huírle a la segunda vuelta.

Pero hoy, los tiempos son otros, y la realidad del país requirió acción de parte de Cristina Fernández de Kirchner. Los confrontativos discursos de la Presidente lograron aquello que en los papeles aparecía imposible : lanzar a cientos de miles de argentinos a las calles para pedir su salida del gobierno -hecho que los medios ocultaron, filtrando las transmisiones-. Antes del conflicto con el campo -cuyo responsable definitivo fue, a todas luces, el alfil Alberto Fernández- la imagen positiva de Cristina solo llegaba a los 35 puntos porcentuales a nivel nacional. Luego de los cacerolazos, ese número se derrumbó hasta quedar en poco más de 23 puntos y por estas horas -en los círculos de poder se sabe muy bien- el rechazo que cosecha la primera mandataria es casi absoluto y continúa creciendo : llega hoy al 85% de la ciudadanía. Es importante aclarar aquí que no es igual comunicar porcentajes de aprobación que porcentajes de rechazo. Este último recurso comunicativo conlleva un impacto negativo mayor.

La problemática de la inflación, sumada al desmadre comunicacional y ejecutivo del oficialismo frente a la crisis con el campo, más los índices récord de inseguridad, acorralan hoy al Gobierno Nacional y lo han puesto a punto caramelo para los golpistas que operan en las sombras, si acaso estos existen. Fuentes consultadas regularmente por El Ojo Digital han captado la desesperación oficial frente a esta realidad, especialmente teniendo en cuenta la confirmación de un dato preocupante : que la Presidente y el poder kirchnerista ya no tienen bajo control a las fuerzas armadas y de seguridad. De gestarse hoy una protesta importante que tome la Plaza de Mayo y que reclame con vehemencia la salida de Cristina Fernández de Kirchner, a la Presidente no le quedaría otra alternativa que renunciar. Néstor Kirchner y sus cercanos lo saben perfectamente. La dinámica de la situación incluso ha arrastrado también al ex presidente, pues ahora la sociedad está bien informada frente al dato de que es él quien controla los destinos del país. En conclusión, sabe la ciudadanía que el verdadero responsable del desmadre es el propio Néstor Carlos Kirchner, y solo en parte, su consorte. Otro comentario del que medios underground se han hecho eco recientemente, es que, en privado, la Presidente hace tiempo viene amenazando con abandonar su cargo, a partir de las complicaciones derivadas de una responsabilidad que no se encuentra en condiciones de enfrentar.

Frente a este delicado panorama, la poco feliz idea de Cristina de acusar abiertamente a los ruralistas de incendiar campos -y de responsabilizarlos, sin pelos en la lengua, de las muertes en la ruta 9- solo ha agregado más leña al fuego. Es evidente que no existe personal calificado en torno a ella para disuadirla de continuar amedrentando a aquellos que, sin malas intenciones, se encuentran en la vereda de enfrente.

Esta desesperación por tildar a todo mundo de golpista obedece, palabras más, palabras menos, al mismo esquema de demonización utilizado en forma recalcitrante por el ex presidente Néstor Kirchner. Precisamente, no solo frente al caso Patti se han sentado peligrosos precedentes -como bien lo ha señalado el reputado analista Nelson Castro- sino que el propio Kirchner ha recurrido a abiertas amenazas al pedir la cabeza de caceroleros y especialmente de aquellos que motivaron a las protestas que casi empujan a su mujer hacia el mismo final que tuviera Fernando de la Rúa. En la lista de conspiradores -publicada también por Seprin.com- figuran, entre otros, el propio Nelson Castro, Fontevecchia, Joaquín Morales Solá, Cecilia Pando y su esposo Pedro Mercado, el periodista de investigación Christian Sanz, Héctor Alderte, otros referentes importantes del mundo de las noticias independientes en Internet, y por supuesto, nombres conocidos del campo argentino. La bronca del núcleo duro del kirchnerismo es que los mencionados en la lista convocaron o bien promocionaron las protestas en todo el país. A ellos les cabrían acusaciones por asociación ilícita, conspiración y hasta traición a la Patria, entre otras figuras penales. En pocas palabras, el gobierno se encuentra estudiando la manera más elegante de enviar directamente a prisión a aquellos que no comulgan con sus ideas.

Retomando la gravísima cuestión de las protestas de Plaza de Mayo, es bajo este escenario que se comprende la inserción del piquetero Luis D Elía y su rol de líder de fuerza de choque. Dado que en Balcarce 50 ya se sabe que es imposible contar con el apoyo de Gendarmería Nacional, la Policía Federal y las Fuerzas Armadas -mucho menos la Policía Bonaerense, a partir de lo sucedido en diciembre de 2001-, recurre el oficialismo a una vieja estratagema de Sun Tzu, que recomienda «fingir ser fuerte en momentos de debilidad», y que cientos de años después tomaría como propia el general prusiano Karl von Clausewitz. La dirigencia que hoy tiene el poder se reconoce absolutamente indefensa en términos prácticos, por ello le es imperativo recurrir a la disuasión, encarnada en poco más de 200 individuos armados con palos, piedras y tumberas (escopetas disimuladas en tubos, que pasan desapercibidas en manos de cualquier manifestante). Lo que resulta hoy innegable es que cualquier cacerolazo masivo, alimentado tal vez por las bases del campo -léase chacareros y pequeños productores- podría perfectamente llevarse puesto al gobierno y eyectar, sin más, al kirchnerismo del poder.

A partir del amplísimo margen de desaprobación de la ciudadanía de cara a la Administración Fernández de Kirchner, y al arrastre que inevitablemente afecta al ex presidente, ya no queda margen para considerar la posibilidad de posicionarse Néstor Kirchner él mismo como «salvador» a partir de una más que plausible caída de su esposa.

En el movedizo y fluctuante -pero apasionante- mundillo de la inteligencia se analiza el peor escenario de todos, a saber, que las bases del campo -ruralistas y chacareros- se dirijan a Plaza de Mayo y otros puntos del país junto con las clases medias para reclamar la eyección prematura de Cristina Fernández de Kirchner del poder. Son muchos los que consideran este escenario como el más dantesco de todos, ya que el kirchnerismo no dudaría en recurrir a tropa propia -piqueteros y fuerzas clandestinas, ambos armados- para enfrentar abiertamente a los «golpistas» como intento final para no perder su cuota de poder. El problema es que el Gobierno Nacional continúa recurriendo a tácticas de corte goebbeliano para desacreditar todo reclamo, y lo hace convencido de que dividir a la sociedad es redituable. Pero dentro del pobre análisis oficial no se comprende aquello que por estas horas es muy claro : que la arremetida desde el poder ya no convoca como en tiempos iniciales de Néstor. Hoy, ayuda a posicionarse con argumento en la vereda de enfrente.

Mientras se analizan estos teatros de operaciones a puertas cerradas, la novedad es que desde la Casa Rosada se trabaja febrilmente para dividir a las agrupaciones del campo, y si bien la faena está cerca de cumplirse, lo cierto es que no habrá acuerdo y las bases del interior ya no tienen la menor intención de arreglar, a no ser que se rebajen drásticamente las retenciones a las exportaciones al agro y que se liberen los precios para la leche, el maíz y las carnes en todos sus cortes. También está entre los pedidos un recorte importante de la presión impositiva. El activo Alfredo de Angeli ya ha prometido que volverán los cortes el próximo 2 de mayo y desde el poder ya se lo comienza a sindicar como peligroso. Al mismo tiempo, se opera para intentar desacreditarlo. Lo más notorio es que, mientras las supuestas negociaciones tienen lugar, en el interior del país Guillermo Moreno continúa acosando a productores y confiscando ganado. La AFIP se ha ocupado de perseguirlos con los llamados integrales, que es como comunmente se denomina a investigaciones exhaustivas de Impuestos sobre lo que aportan y dejan de aportar los sectores de las cadenas productivas. El Gobierno Nacional no negocia, más bien al contrario : sigue recurriendo a medidas extorsivas, amenazas y de presión en todas sus formas porque ha decidido apostar a doble o nada para destruir a aquellos que, con justo derecho, reclaman.

El panorama en el Gabinete tampoco es el ideal. Como en tiempos de Fernando de la Rúa, los ministros se encuentran casi totalmente enfrentados y distraídos en luchas de poder y por el control de la caja. El Ministro de Economía, Martín Lousteau -que madura cada vez más su idea de renunciar- ha sido desplazado de las «negociaciones» con el campo y enviado a Estados Unidos para acordar con el FMI -aunque pocos lo dicen-. De paso, Guillermo Moreno tiene vía libre para amenazar a piacere y sin interferencias. Desde el campo habían preferido a Lousteau para iniciar la rueda de conversaciones, pero la expulsión del titular de Fnanzas también puede considerarse como otro cachetazo al sector.

La ciudadanía, por su parte, deberá volver a sufrir incrementos en los combustibles -modificaciones ya aprobadas por el propio Gobierno Nacional-. Próximamente, el litro de nafta sin plomo en Capital Federal deberá alcanzar los $3,50 y rondar los $4 en el interior. Pero esta noticia no se leerá en los medios, desde luego.

¿Qué podría evitarle más dolores de cabeza a la Rosada, y qué podría impedir que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se desmorone? Solo un factor : que Néstor Kirchner llegue a un acuerdo con el Grupo Clarín para inundar las páginas del diario con una nueva ola de falsas buenas noticias. El problema es el debate que por estas horas se está dando en el management del grupo que conducen Magnetto y Herrera de Noble : ¿debe Clarín acordar por la ampliación de sus áreas de negocios o soltarles la mano a los Kirchner para no seguir perdiendo credibilidad frente a la sociedad? En cualquier caso, el final del kirchnerato constituirá para muchas cosas en la República Argentina.

 

Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política.

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