El Hoyo, Chubut: Vinos patagónicos de exportación Patagonian Wines SA

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En la localidad de El Hoyo, situada a 18 Km de El Bolson, se encuentra ubicada la bodega más austral de América y una de las más australes del mundo. Patagonian Wines SA propiedad de Bernardo Weinert. Esta es su historia y su presente

La Patagonia se está convirtiendo en la nueva frontera de la industria vitivinícola argentina gracias a una serie de empresarios audaces que desafían los prejuicios plantando sus bodegas en el corazón de sus inmensas llanuras. Entre ellos la empresa Bodega y Cavas de Weinert que desde hace ya unos años lleva adelante las riendas de la bodega ubicada en El Hoyo, Chubut.

La empresa está ubicada en la vecina provincia de Chubut, sobre el paralelo 42 y a 300 metros de altura sobre el nivel del mar cuenta con 28 hectáreas, de las cuales 25 hectáreas son cultivadas con los varietales, Merlot, Pinot Noir, Chardonnay, Riesling y Gewurztraminer, además de contar con 3 hectáreas de Pinot Noir, ubicadas a 255 km al sudeste de esta localidad en el paraje de Piedra Parada en la ribera del Río Chubut.

La bodega se encuentra ubicada con respecto al mundo en la misma latitud que emprendimientos de Australia y Nueva Zelanda.

La historia de los viñedos patagónicos del empresario Weinert -que actualmente exporta vinos argentinos desde Mendoza- comenzó hace 16 años, cuando instaló en El Bolsón una parcela experimental en la que se cultivaron 300 plantas con los varietales que podían desarrollarse en esta zona austral.

Finalmente, para desarrollar el proyecto definitivo se seleccionaron cinco: merlot, pinot noir, chardonnay, beltramin y riesling. En 1998 se compraron las tierras en El Hoyo y un año más tarde se cultivaron las primeras plantas en una chacra de 27 hectáreas.

La primera cosecha de merlot se mandó a procesar a las bodegas que la firma posee en Mendoza con el fin de elaborar la primera remesa de vino.

González, un ingeniero agrónomo y técnico enólogo especializado en vitivinicultura de zonas templado-frías, relató que «Weinert detectó que podía encarar un proyecto de este tipo en un sitio como la Patagonia casi por casualidad.

Este empresario es un fanático de la pesca con mosca y recorre el mundo desarrollando este deporte. En una estada en Oregon realizó un paralelo entre este lugar y el paralelo 42, localizado en plena Patagonia. Así surgió la idea que hoy está en marcha».

Weinert es brasileño de origen, está radicado en la Argentina y, a los 69 años, sueña con convertir a Chubut en la «California de los vinos de calidad». El negocio de la exportación de vinos ya es conocido para este empresario: se dedica desde hace 25 años al cultivo de vides y es dueño de la bodega Cavas de Weinert, cuya producción se exporta a varios países del mundo.

El Hoyo reúne algunas condiciones básicas para la puesta en marcha del proyecto propio: el clima es suave, las temperaturas bajas y el varietal, entre floración y maduración, demora más tiempo. Como necesita más tiempo, desarrolla mejor sus características. Las variedades que están plantadas son principalmente merlot y pinot noir. También chardonnay y gewürztraminer y riesling.

El timón técnico de esta empresa tanto en lo agronómico primero y en lo enológico ahora, es conducido por el ingeniero agrónomo sanjuanino Darío González Maldonado, quien se especializó también en enología.

La bodega cuenta con una capacidad total de elaboración de 250 mil litros de los cuales un porcentaje es provisto con uvas propias y el resto por productores locales. Cuenta con maquinarias de poco volumen y de tecnología innovadora donde se pretende un obtener un producto casi artesanal y de alta calidad.

El objetivo es elaborar vinos de zonas frías de gran performance enológica y para ello cuentan con la asistencia técnica del enólogo Hubert Weber, responsable de Cavas de Weinert. La proyección que aspira es alcanzar una producción de entre 70.000 y 100.000 litros de un vino que promedie los 40 dólares la botella.

Los vinos que se han logrado obtener son muy aromáticos, ligeros, de buena acidez con caracteres similares a los grandes vinos de Alsacia, Canadá y Oregón entre otros.

En la región patagónica existen además bodegas en las provincias de Río Negro y Neuquén. En esta ultima la ya reconocida Bodegas del Fin del Mundo.

«Hoy por hoy, nadie sabe lo que esta zona es capaz de producir en vino», estima el enólogo bordelés Michel Rolland, que comparte su tiempo entre Burdeos y la gestión de sus propiedades argentinas. «Plantar cepas en territorios como éstos, sin pasado vitivinícola, es toda una aventura», subraya.

Bernardo Weinert se muestra, sin embargo, confiado en el éxito de su empresa, hace hincapié en que muchos viñedos en todo el planeta están situados más allá del paralelo 42, que es el que sirve de frontera provincial en el Chubut. En el hemisferio norte, Borgoña, Alsacia, Renania u Oregón. En el hemisferio sur, Nueva Zelanda.

«En esta región se produce fruta roja, como en Borgoña, pero también lúpulo, como en Alsacia. Dos productos que son muy sensibles al frío», explica Weinert. En contra del estereotipo habitual, esta parte de la Patagonia, encajada entre dos altas montañas, tiene unas temperaturas de -8º como máximo en invierno. Y en verano, el mercurio sube hasta los 36 grados.

«El clima es seco», cuenta Weinert, «y la calidad fitosanitaria de las uvas es casi perfecta. Casi nunca utilizamos bactericidas o sulfato de azufre». La uva que se obtiene aquí es «prácticamente biológica», añade.

La alternancia entre días calientes y noches frías exalta el aroma de los vinos, que, por otra parte, presentan una acidez interesante, explica el empresario, tras haber pasado cuatro años de experimentación en pequeñas parcelas. Según Rolland, «para la maduración de la uva es más importante quizás el sol que el calor». Y la Patagonia, situada más cerca del polo, se beneficia de mayor tiempo de sol en verano que la región de Mendoza, cuna tradicional de la viticultura argentina. Además, la Patagonia no está expuesta a las tormentas de pedrisco que asolan habitualmente los viñedos de Mendoza.

Los nuevos pioneros del vino en el gran sur argentino pueden seguir el ejemplo de una serie de irreductibles que continúan produciendo vino de calidad en las márgenes más calientes de la Patagonia, a lo largo del Río Negro, a varios cientos de kilómetros más al norte. Esta región, que fue una importante zona vitivinícola, decayó mucho tras haber apostado por el vino de mesa. Hoy sólo representa el 3% de la producción nacional de vino.

Y eso que aquí se pueden producir vinos ligeros, «más europeos», que tienen «el mérito de ser diferentes» en una industria del vino globalizada, donde los vinos de California, de Chile o de Australia se parecen como gotas de agua, explica el francés Hervé Joyaux Fabre, que posee una propiedad en Río Negro. «En esta región producimos los mejores merlots de Argentina», asegura.

Guillermo Barzi, cuya familia posee desde hace cuatro generaciones el Establecimiento Humberto Canale, pronostica que la Patagonia podría recibir «importantes inversiones» en el sector del vino en los próximos años, aprovechándose de una cierta saturación de la región de Mendoza. De hecho, Catena Zapata, el primer exportador argentino de vinos, había previsto comprar 300 hectáreas en Río Negro antes de la crisis que asoló la economía argentina.

Sobre Bodegas y Cavas de Weinert

Fundada en 1975, Bodega y Cavas de Weinert está ubicada en Lujan de Cuyo, la cuna Argentina de vinos de alta calidad. El edificio de arquitectura española antigua, remanescente de una vieja bodega de la familia mendocina Otero hasta 1920, llama la atención, invitando a aquellos que pasan por ella a conocer lo que guarda en su interior.

Don Bernardo C. Weinert, fundador y propietario, podría ser definido como un entrepreneur. Nacido en una pequeña colonia alemana del sur de Brasil, montó su historia empresarial sobre el transporte internacional en Sudamérica. Fascinado por el mundo de los vinos, decidió montar su propia bodega en Argentina con una filosofía incondicional: producir vinos de alta calidad.

Antes de embarcarse en tal tarea, hizo un extenso estudio sobre Mendoza: su clima, suelo, vides; y encontró en Luján de Cuyo el lugar ideal para su emprendimiento.

Después de un intenso trabajo de restauración en el edificio adquirido en 1974, trajo la última tecnología en vinificación de aquella época y se unió con aclamados enólogos. En ese entonces todos lo creían loco, pero el tiempo comprobó que tenia razón. Tras su primera cosecha comercial en 1976, en 1977 produjo el Weinert Malbec Estrella 1977, un vino renombrado por prestigiosos degustadores en todo el mundo.

Don Bernardo C. Weinert es un hombre cuya filosofía de negocios es muy simple: «mientras tengas tu propia filosofía y la mantengas durante los años, estarás en buen camino.»