Mientras sigue sin hablar de la megabase militar inglesa en Malvinas, Cristina Kirchner comparó el caso Honduras con Videla y disparó contra Irán

En su discurso ante la Asamblea de la ONU, la presidenta reclamó una estrategia multilateral para recuperar la democracia en Tegucigalpa. Al mismo tiempo, exhortó enfáticamente al país de Medio Oriente a extraditar a los sospechosos del atentado a la AMIA. Aunque hizo un tibio reclamo (para quedar bien con la prensa), nuevamente desperdició una enorme oportunidad de colocar el tema megabase militar inglesa en Malvinas en la agenda regional y global. Pero esto no fue un error, sino parte de una decisión política, que se quiere ocultar.

La presidente Cristina Fernández reclamó hoy ante las Asamblea de las Naciones Unidas una estrategia multilateral «fuerte» para recuperar la democracia de Honduras tras un golpe de Estado que definió como «cívico mediático», destacó la condena del gobierno norteamericano a los asentamientos en Cisjordania, exhortó enfáticamente a Irán a extraditar a los sospechosos del atentado contra la AMIA y reiteró el reclamo por Malvinas.

Tras señalar que a la embajada argentina en Tegucigalpa le cortaron la luz por compartir la cuadra con un canal opositor y advertir que la sede de Brasil subsiste sin agua ni energía, Fernández de Kirchner afirmó que el gobierno golpista de Roberto Micheletti tuvo con las representaciones diplomáticas extranjeras «un comportamiento» no visto «ni en Chile durante la dictadura de Pinochet ni en la Argentina» en los tiempos de Jorge Rafael Videla.

«Si no construimos y diseñamos una estrategia multilateral fuerte que haga retornar la democracia a Honduras, que ponga en ejercicio efectivo el respeto a los derechos humanos y asegure elecciones libres y democráticas, estaríamos sentado un severo precedente en una región que durante décadas sufrió interrupciones democráticas», enfatizó la presidente.

En su segunda intervención como presidente ante la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York, Cristina Kirchner definió el derrocamiento de Manuel Zelaya como «un golpe cívico mediático».

En su discurso, la presidente reiteró dos definiciones que a lo largo de su gobierno y de la gestión de su antecesor, Néstor Kirchner, se mantuvieron como una política de Estado al momento de dirigirse a la Asamblea de las Naciones Unidas: el reclamo por la soberanía de las islas Malvinas y la exhortación a Irán para que responda a los requerimientos de la justicia argentina por el atentado contra la AMIA.

Sin embargo, la advertencia a Irán y en particular a su presidente, Mahmud Ahmadinejad, fue hoy especialmente acentuada.

En ese sentido, Cristina Fernández primero recordó los requerimientos anteriores expresados a Irán por Néstor Kirchner en 2007 y por ella misma en 2008, y luego señaló que sin embargo «nada de esto ocurrió, sino que precisamente uno de los funcionarios cuya extradición era solicitada por la justicia argentina fue ascendido al grado de ministro».

La presidente garantizó luego las «garantías constitucionales» para los extraditados y pronosticó que, en el mismo ámbito de la Asamblea, Ahmadinejad seguramente volvería a «negar tragedias históricas» en referencia al Holocausto, y a «invocar a Dios» y a «otros imperialismos».

«Argentina no es ni por historia ni por convicción un país imperialista», le contestó anticipadamente la presidente y agregó: «yo también creo en Dios, tal vez con credos diferentes, pero ninguno de los dos creemos que Dios pueda obligarnos a proferir amenazas o a no cumplir con la justicia».

«Humildemente voy a volver a reiterar ese pedido de lograr que los funcionarios a los cuales la justicia les asigna responsabilidades puedan ser extraditados, no para ser condenados, sino juzgados», concluyó.

A la vez, la presidente volvió a pedir al Reino Unido que acate las resoluciones de las Naciones Unidas para encarar el diálogo por la soberanía del «enclave colonial» británico en las Islas Malvinas.

En su intervención anterior ante la Asamblea, cuando todavía George Bush era presidente, Fernández de Kirchner había criticado a los Estados Unidos por promover fronteras afuera políticas económicas de ajuste y, en cambio, optar puertas adentro por enfrentar la crisis con estímulos fiscales.

Hoy, en cambio, exhibió un suave giro hacia de acercamiento a la política norteamericana que se notó especialmente cuando aludió al mandatario Barack Obama con elogios.

En ese sentido, la presidente definió como una «caricia al alma» la defensa de que momentos antes había expresado su par norteamericano a la implementación de un Estado palestino y su rechazo a los asentamientos israelíes en Cisjordania.

«Es una caricia al alma escuchar en boca del presidente de los Estados Unidos la necesidad de que el pueblo palestino viva en su territorio sin ningún tipo de asentamiento y también el derecho de los ciudadanos de Israel a vivir en paz dentro de sus fronteras», coincidió Fernández de Kirchner.

A lo largo de sus palabras, la presidente remarcó repetidas veces la necesidad de una multilateralidad con «reglas comunes» y «parejas» que sean «respetadas por todos» los países.

Para el final, Cristina Fernández reservó un tiempo para aludir a «tres hechos positivos», que fueron la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a 30 años de su llegada a la Argentina para investigar los crímenes cometidos por la dictadura, el giro exhibido por Obama frente al conflicto entre Israel y los palestinos y la participación -a partir de un pedido de Argentina y Brasil- de la OIT en la reunión del Grupo de los 20.

Tal como lo hizo en la UNASUR y en este marco, no ha resultado sorprendente, la insulsa e ineficaz intervención de nuestra Presidente.  Argentina OTRA VEZ no levantó como hubiera correspondido la voz frente a la presencia en las islas Malvinas de una megabase militar británica en expansión, cuya única justificación es el control estratégico del Atlántico Sur y la apropiación de sus recursos naturales. Esta potencia extracontinental no puede alegar ninguna otra razón ya que la Argentina es un país de larga tradición pacifista, que no puede acusarse de estar en carrera armamentista alguna, ya que sus FFAA están sometidas a la dieta presupuestaria más exagerada de su historia.

Tambien, nuevamente, Argentina no levantó su voz para denunciar ante la comunidad internacional, que la megabase Malvinas, que constituye el mayor enclave militar británico en todo el Hemisferio Sur, está siendo ofrecida por Inglaterra a la Unión Europea. Ver Informe Ulises 8.

La minúscula, tangencial y elíptica referencia de la Presidenta al tema fue notoriamente insuficiente frente a la magnitud del conflicto existente. Ni siquiera tiene la excusa que no era un tema de agenda, dado que efectivamente realizó un tibio y trillado reclamo por la soberania sobre las islas.

Decisión política, que se quiere ocultar.

La razón oculta de este “bajo perfil” es “hacer buena letra” ante las potencias centrales frente a la necesidad de volver a los mercados internacionales y multinacionales de crédito. Una vez más es la deuda la que condiciona la política económica,  la política económica la que condiciona la política exterior y ambas se desentienden de los intereses estratégicos nacionales. Otra vez sopa. Otra vez se invierten las prioridades.

El principal activo público nacional son sus inmensos recursos; incluidos los de su mar, lecho y subsuelo. La Argentina mejoraría notablemente su situación económica financiera con solo anunciar una firme política de puesta en valor y recuperación y protección de sus recursos naturales. La desidia de nuestra clase dirigente frente a esta temática  o su complacencia o complicidad con esta situación lejos de disminuir el riesgo país lo acrecienta. Es un mito creer que actitudes complacientes frente a los británicos en el Mar Sudatlántico facilitan el acceso al crédito internacional. Como así también es un mito creer que los países pueden fundar su desarrollo en un permanente endeudamiento externo.

Por el contrario, un país que gestione y administre con responsabilidad y eficacia sus ACTIVOS NATURALES generará en el mundo confianza y prestigio. Nadie respeta a quién, en lugar de defender y aprovechar  lo que le es propio, confía su suerte a ilusorias dádivas internacionales.

El Atlántico Sur duplicará o triplicará su participación en la producción mundial de petróleo en las próximas dos décadas.  Brasil, Nigeria, Angola y Guinea Ecuatorial son hoy los nuevos y casi inesperados protagonistas  del mercado energético. (Fuente International  Energy Outlook 2007 pág.188/189 US Departament of Energy ). Esta información no es novedosa  para los EEUU y mucho menos para Inglaterra. De acuerdo al documento del Departamento de Estado (Fechado en 1976 y desclasificado en el 2004 nro S200000044) United States-Argentine Relations, uno de los puntos de interés de los EEUU en la Argentina es: “PETROLEO: El Servicio de Geología de los EEUU ha estimado que la plataforma submarina de la Argentina puede contener más del doble de las reservas existentes comprobadas en el Hemisferio Occidental”. Respecto al Reino Unido reiteramos lo que dijéramos en el informe Ulises 1: “el máximo experto oficial británico sobre este tema, Christ Carleton, Jefe de la División del Derecho del Mar de la Oficina Hidrográfica Británica, el volumen del petróleo existente bajo el mar solo en la región de Las Malvinas es inmenso, ya que pruebas sísmicas indican que allí hay alrededor de sesenta mil millones (60.000.000.000) de barriles de crudo. (The Guardian 20/9/2007: “¿El nuevo imperio británico? El Reino Unido planea anexar el Atlántico Sur”).”

La producción de petróleo offshore o submarino es el motor de la expansión energética global, por ello los países serios han creado empresas estatales adhoc. Noruega con la Offshore Oil Company , Brasil adoptando el modelo noruego con PRE SAL  y China la China National Off Shore Oil Company .

En la Argentina, en la reciente campaña electoral solo una agrupación incluyo en el debate la temática de los recursos y obtuvo un inesperado éxito electoral, el resto de las fuerzas políticas mostró apatía e indiferencia e incluso una cierta hostilidad.

Candidatos de la Ciudad de Buenos Aires (CABA), incluso con aspiraciones presidenciales, llegaron a decir que el subsuelo no es importante, que el petróleo solo interesa  a las provincias y que no hay que preocuparse porque a breve plazo será reemplazado por otras fuentes energéticas. Nada de esto es cierto a la luz de la realidad contemporánea y así lo intuyó una buena parte del electorado.

Los recursos de la plataforma continental argentina existen y son propiedad del Estado nacional, y por lo tanto patrimonio de todos los argentinos, incluidos los habitantes de la CABA que por otra parte no disponen dentro de los límites de la CABA de otros recursos naturales excepción hecha de la Reserva Ecológica y los Lagos de Palermo. Por lo tanto debieran tener un interés primordial en el manejo de los únicos recursos naturales de los que podrán disponer desde que el resto pasó a ser de dominio originario de las provincias por el artículo 124 de la Constitución Nacional de 1994.

Se insiste, en declaraciones a los medios de funcionarios de la década del 90 (ex vicecanciller Cisneros y ex secretario de energía Daniel Montamat), en negar desenfadadamente la existencia de toda hipótesis de conflicto externo para la Argentina. El caso Malvinas contiene todos los ingredientes de un caso de manual de hipótesis de conflicto. Existe una controversia de soberanía no resuelta,  una megabase militar de última tecnología, petróleo, gas, pesca y vocación expansiva marítima territorial por parte del ocupante-usurpador. Estas personas pretenden negar una realidad que salta a los ojos.

Desde el Grupo Ulises instamos a todos los argentinos de buena fe a tomar conciencia de lo que está en juego y a la dirigencia a no seguir con la política vergonzosa y claudicante que a nada bueno nos ha conducido.

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