La ONU esparce verdades a medias: «La globalización influyó en la desaparición de abejas»

Defendiendo a sus niños mimados (o dueños): Monsanto, Bayer y Cargill, y sin hablar de los agrotoxicos como el Round Up Ready (glifosato), popularmente utilizado en cultivos transgenicos creados con semillas terminator que producen cáncer y esterilidad, y que, literalmente, destruyen a las abejas, Naciones Unidas habla de nuevos tipos de hongos patógenos virulentos mortales para estos insectos y otros polinizadores claves. «Dichos microorganismos están siendo detectados en todo el mundo», explican. «..porque migran de una región a otra acordes a los envíos relacionados con la globalización y el rápido crecimiento del comercio internacional». De acuerdo a la ONU existe «media docena» de factores influyentes: Entre ellos, la disminución de las plantas que florecen y la propagación mundial de plagas…». No obstante y en futuro imperfecto agregan: que «la contaminación del aire también podría influir en la disminución de colonias de abejas en muchas partes del mundo». Evidentemente y al igual que su dependencia sanitaria (Organización Mundial de la Salud), la ONU omite y cercena la verdad. En otras palabras,  miente.

Pocos desastres ecológicos son tan confusos como la extinción masiva y devastadora de las abejas de todo el mundo. El llamado Colapso por Desorientación de las Colonias, por el cual las abejas mueren desorientadas lejos de las colmenas, ha atraído la atención de los científicos, apicultores y otros en busca desesperada de la causa. Después de todo, la abeja intervine de forma directa en la naturaleza, polinizando los árboles de los que obtenemos alimento (lo que supone 15 mil millones de dólares en ingresos anuales por parte de la agricultura estadounidense).

La desaparición de las abejas y los neonicotinoides

En agosto del 2010, ambientalistas británicos denunciaron que los agroquímicos son los responsables del declive mundial en la población de abejas: «por lo que urge una prohibición de estas sustancias venenosas». Esta denuncia tuvo gran repercusión en el Reino Unido, lógicamente, porque la demanda se basó en resultados de estudios científicos: El uso de plaguicidas neonicotinoides, uno de los más utilizados a nivel global, está relacionado con la disminución de las poblaciones de abejas. Monsanto otra vez en la polémica.

El estudio, realizado por el doctor Henk Tennekes, fue publicado en la revista Toxicology, y concluyó que este tipo de plaguicidas, conocidos como imidacloprid y tiacloprid, son mucho más peligrosos para la salud de las abejas de lo que se creía. Se afirma, incluso, que su uso, incluso en bajas concentraciones, podría explicar la preocupante desaparición de estos himenópteros.

La razón por la que incluso dosis pequeñas les afectan mortalmente es por la alta persistencia en el suelo y el agua de estos plaguicidas. Así, han sido estudios hechos a corto plazo los que han aconsejado utilizarlo, pero en realidad, “cantidades diminutas de imidacloprid pueden ser letales a largo plazo “, dice Tennekes. Leer más.

Monsanto y los neonicotinoides

En Estados Unidos, todas las semillas transgénicas de algodón, soja, maíz y colza están envueltas con neonicotinoides. Monsanto pide a los agricultores transgénicos sembrar 20% de su área cultivada con variedades convencionales con el fin de crear unos “refugios” para desalentar la evolución de los insectos resistentes a los transgénicos.

De hecho, la primera flaqueza de la abeja es ser un insecto y por tanto ser altamente susceptible a los insecticidas. Su segunda flaqueza es su poca capacidad para resistir o para mutar. Por lo menos, los demás insectos “salvajes” han guardado esa capacidad de mutar muy rápidamente. Y no se privan de hacerlo.

Las mentira de la prensa obediente a las corporaciones y por consecuencia a la ONU.

En octubre del 2010 The New York Times publicaba un artículo en primera página diciendo que habían resuelto el problema de la desaparicion abejas bajo el titulo: «Científicos y militares solucionan el misterio de las abejas». En este artículo se señalaba una causa similar a la enfatizada por la ONU acorde a la extinción: «la combinación de un hongo con un virus». El estudio, escrito en colaboración con «científicos» del ejército del Centro Biológico de Baltimore, habría analizado proteínas de abejas que tenían los síntomas de la presunta infección. Para demostrar lo anunciado se utilizó «un nuevo sistema de software» del ejército. Obviamente los pesticidas de Bayer no fueron mencionados.

Sin embargo, el 20 del 10 del 2010, un Juzgado de distrito estadounidense de Manhattan prohibió la venta de spirotetramat, un pesticida producido por Bayer CropScience. Esto ocurrió gracias al alegato de grupos ambientalistas y apicultores comerciales: «el pesticida es tóxico y mata a la población de abeja nacional». El Juez Denise Cote sentenció que las ventas del químico spirotetramat debían suspenderse después del 15 de enero de este año (2011).

Según Cote, la Agencia de protección de medio ambiente no siguió el procedimiento apropiado aprobando spirotetramat. Por su parte, la agencia no tomó el comentario público sobre el pesticida antes de la aprobación y fallaron al momento de la aprobación en el Registro Federal.

Quieren ser reyes en un desierto inerte

Según Bayer CropScience, spirotetramat es perfectamente inocuo y no daña las abejas, La empresa «lamentó el hecho» de que el producto químico fuera «prohibido debido a defectos procesales».

Aaron Colangelo, un abogado para el Consejo de Defensa de Recursos naturales (NRDC) de Estados Unidos, planteó que el spirotetramat es un insecticida potencialmente peligroso que debería salir del mercado, al menos parea una evaluación mas profunda. Increíblemente, el la agencia ambiental admitió que había aprobado spirotetramat ilegalmente, pero argumentando que sus acciones no deberían tener consecuencias.

Dave Hackenberg, uno de los apicultores más grandes de Pensilvania, apreció  la decisión del juez. Él, perdió más de la mitad de sus abejas cada invierno y cree que los pesticidas están relacionados con esa situación. Hackenberg arrienda sus abejas a varios cultivadores cada año para ayudar en la polinización y en el 2009 había perdido la cantidad más grande. Leer más.

Mas omisiones de la prensa

Lo que el artículo de The New York Times no reveló, tampoco, fue la relación del principal autor de estudio, el doctor de Montana Jerry Bromenshenk, y la empresa Bayer Crop. Con anterioridad el doctor Bromenshenk recibió subvenciones para investigación de la empresa Bayer para estudiar la polinización de las abejas. Antes de recibir los fondos por parte de Bayer, Bromenshenk estaba del otro lado: actuó de testigo de los apicultores en la acción popular contra Bayer, en 2003. Entonces abandonó, y a continuación recibió la financiación.

La compañía de Bromenshenk desarrolla dispositivos portátiles acústicos que sirven para descubrir las dolencias de las abejas, sugestivamente, obtendría más beneficios si la causa de la enfermedad no eran los pesticidas. En el 2008, Bromenshenk reconocía la conexión entre el neonicotinoide y el síndrome de las abejas, en la revista Nast Portfolio.

Un representante de Bayer dijo el año pasado que no estaba autorizado a comentar este asunto, y enviaba a los representantes oficiales de la compañía.

Un reportero de The Times, Kirk Johnson, decía en un correo electrónico que el doctor Bromenshenk no dijo qué fuentes le financiaban su investigación. El correo citado decía que el estudio científico no había pasado las oportunas revisiones y que comunicaba con cautela los resultados obtenidos. El estudio no dice que los pesticidas no sean la causa de la vulnerabilidad subyacente de las abejas a los hongos y virus.

El doctor James Frazier, profesor de entomología de la Universidad de Penn State, que investiga el impacto letal de los pesticidas en las abejas, dijo que mientras que el estudio de Bromenshenk da algunos datos útiles, al mismo tiempo Bromenshenk tiene conflictos de interés como presidente de una compañía que desarrolla métodos de diagnóstico para las enfermedades de las abejas. «Podría beneficiarse económicamente si estos dispositivos se comercializan», dijo Frazier, «y se encontraría en una difícil situación. He comprobado en mis investigaciones que los pesticidas afectan a las abejas, de múltiples maneras».

Deducción lógica

¿Por qué mueren las colonias de abejas? ¿Es porque se hacen débiles? La gente que tiene VIH no muero de VIH, sino por otras enfermedades que su sistema inmunológico no pueden combatir, haciéndoles muy susceptibles. En otras palabras, los pesticidas podrían debilitar a las abejas, de modo que los hongos y los virus acabarían con ellas. Sin embargo, esta opción no está recogida en el nuevo estudio.

De las 100 especies de cultivos que proporcionan 90% de los alimentos del mundo, más de 70 necesitan ser polinizadas por las abejas.  
La ONU y sus verdades a medias.

Nuestra seguridad alimentaria está estrechamente vinculada a la supervivencia de este insecto. Sin reparar en Bayer, o Monsanto, Achim Steiner, Subsecretario General y Director Ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, señaló: «Los seres humanos han fabricado la ilusión de que en siglo 21 tienen la capacidad tecnológica para ser independientes de la naturaleza. Las abejas subrayan la realidad de que somos más, no menos dependientes de los servicios de la naturaleza en un mundo de cerca de siete millones de personas».

Nuevamente, Naciones Unidas describe el problema pero protege a las corporaciones que lo causan. No se hace mención ni a Monsanto, Bayer o Cargill. (Declaraciones de la ONU)

Steiner cree, acertadamente, que la humanidad está gestionando mal sus activos basados en la naturaleza, incluidos los insectos polinizadores, que en parte definen nuestro futuro colectivo. Todo esto está recogido en nuevo informe publicado hoy por PNUMA, que ha reunido y analizado los últimos avances científicos sobre el colapso de las colonias de abejas.

El estudio, titulado Desorden del colapso de la colonia global y otras amenazas para los insectos polinizadores, subraya que muchos de estos factores están relacionados con la forma en la que los humanos están cambiando rápidamente las condiciones y normas sobre las que la vida en la Tierra se apoya. Ha sido dirigido por Peter Neumann, del Centro Suizo de Investigación de la Abeja, y Marie-Pierre Chauzat, de la Agencia Francesa para la Seguridad Sanitaria Ocupacional y Medioambiental.

En el planeta en el que vivimos sólo parece ser casual lo que provocamos nosotros. Cada especie es endémica del lugar en el que mejor puede sobrevivir y a cuyo ecosistema puede contribuir. El ser humano ha trastornado esa lógica. En el caso de las abejas, se ha hecho común el transporte de estos insectos de una granja a otra a fin de proporcionar servicios de polinización que son cada vez más escasos de forma natural.

En Estados Unidos, por ejemplo, es cada vez más común que hasta 20 millones de abejas sean transportadas en camiones de una granja a otra. La tasa de mortalidad debido al transporte puede ser hasta de 10%.

¿Y con esto que hacemos? Lo anterior pertenece a un comunicado de «United Nations Environment Programme», Programa ambiental de las Naciones Unidas (ONU).

La realidad es que el clan bancario no se preocupa por la supervivencia del ser humano, y la élite mundial de corporaciones sigue fabricando impunemente nuevos productos químicos que destruirán por completo a las abejas.

Ya por el año 2003 un grupo de 13 apicultores de Dakota del Norte habían llevado a juicio por acción popular a Bayer, alegando que los neonicotinoides de la compañía, el Imidacloprid, que había sido usado en campos cercanos, eran los responsables de la pérdida del 60% de su cosecha. «Mis abejas se emborrachan», dijo un apicultor en Carrington, N.D., y otro demandante dijo en 2008: «Las abejas se perdían fuera de la colonia, no podían trabajar».

Charles y otros apicultores de Dakota del Norte llevaron a Bromenshek como testigo experto. Bayer no cuestionó que Imidacloprid no fuese encontrado entre las abejas. La compañía sostenía simplemente que no había suficiente cantidad del producto como para matarlas.

A medida que avanzaba el pleito de los apicultores, un testigo cientifico, el doctor Daniel Mayer, experto en abejas de la Universidad de Washington, observó a diferentes abejas muertas y otras con convulsiones, lo que parecía que era un envenenamiento con Imidacloprid. Encontró campos tratados con este producto, las abejas llevaban el pesticida a la colmena, aumentando en la cera. Los apicultores trataron de conseguir más expertos, pero no lo lograron, ya que algunos de ellos habían recibido dinero de Bayer y no quisieron declarar contra la compañía.

«Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres»  Albert Einstein.

En el año 2009 Alemania prohibió el cultivo del maíz Mon 810 de Monsanto, porque deteriora ecosistemas, daña a las abejas entre otras cosas. Más tarde el consorcio agroindustrial Monsanto deliberó sobre posibles medidas legales contra el gobierno alemán, que prohibió el maíz transgénico MON 810, de la multinacional estadounidense.

La corporación inventora del PCB y el agente naranja utilizado en Vietnam, criticó duramente la decisión de la ministra de Agricultura alemana, Ilse Aigner y anunció que consideraría posibles medidas legales en contra del gobierno federal. Monsanto Alemania aseguró que las semillas de maíz genéticamente manipuladas no significan peligro para la salud humana o animal y tampoco para el medio ambiente.

días más tarde y con la evidencia cientifica en la mano, la ministra Ilse Aigner, dijo en conferencia de prensa, que existen pruebas suficientes de que el maíz del tipo MON 810 implica un deterioro para los ecosistemas de mariposas, mariquitas y todo tipo de organismos marinos. Que daña a las abejas y es nociva  para el sistema inmunologico en ratones. La ministra impulsó la prohibición con base a las últimas investigaciones.

Se trata del único maíz autorizado en la Unión Europea desde 1998, pero a pesar de su autorización, antes de Alemania ya había sido prohibido por Francia, Austria, Grecia, Hungría y Luxemburgo, países que argumentaron su proscripción por la poca claridad en las consecuencias de su consumo para la salud y la ecología. Tampoco Italia y Polonia lo cultivan.

Nota redactada por la impotencia e indignación que produce el reciente y arriba mencionado comunicado de prensa de la ONU.

En Argentina, tanto el Gobierno como Diario Clarín dirán que los productos de Monsanto y las vacunas contra el VPH (por ejemplo), son inofensivas para el ser humano.

Diego Ignacio Mur
BWN Patagonia

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