Fue uno de los gurús más conocidos a escala mundial y hoy, con 84 años, falleció en India tras sufrir un paro cardiorrespiratorio. Sai Baba expiró en un hospital del país desde el cual se proyectó como líder espiritual y miles de sus devotos se concentraron en los alrededores de Puttaparthi, su ciudad natal, en el estado sureño de Andhra Pradesh. Sai Baba tenía millones de seguidores en todo el mundo, incluidos muchos países de América Latina. Sus fieles creen que tenía poderes sobrenaturales y que podía curar enfermedades terminales y generar “precipitaciones” (materializar objetos con solo pensar en ellos). Sus detractores decían en cambio que sus milagros eran una farsa.
El 23 de noviembre de 1950 inauguró su primer áshram que sus seguidores construyeron cerca de su pueblo natal y que es conocido como la morada de la paz suprema. Actualmente ese centro es un lugar de peregrinación y culto para los seguidores de Sai Baba y es el lugar donde se reunía habitualmente con sus devotos.
Los Centros Sai repartidos por el mundo son lugares de meditación donde las personas aprenden a profundizar en su propia fe. Algunas de sus funciones son el servicio desinteresado al prójimo, los círculos de estudio, la meditación y la educación en valores humanos. Sus miembros provienen de todas las clases sociales y pertenecen a diversos credos y culturas. Estos Centros Sai han sido con frecuencia el motor de la fundación de colegios, escuelas técnicas, universidades y hospitales. Gracias a Sai Baba se han instalado 2250 km de tuberías, y se han construido tanques para llegar con agua potable a miles de personas en 732 poblados del sur de India.
En Argentina, son grandes difusores de su obra el periodista Andrés Perciavalle y la actriz Silvia Pérez junto al difusor espiritual Claudio María Domínguez.
En un tríptico de la Organización Sri Sathya Sai puede leerse su mensaje:
“Yo he venido a encender la lámpara del amor en sus corazones, para hacer que cada día ilumine con renovado brillo. Yo no he venido en nombre de ninguna religión. Yo no he venido en ninguna misión de publicidad para ninguna secta, credo o causa; ni he venido a reclutar seguidores para ninguna doctrina. Yo no tengo planes de atraer discípulos ni devotos a mi causa o a ninguna causa. Yo he venido a hablarles de esta fe unitaria, de este principio espiritual, de este camino de amor, de esta virtud de amor, de este deber de amor, de esta obligación de amar”.
BWN Patagonia
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