La madre de Rosalinda Cruz denunció que su hija se enfermó desde que le aplicaron la vacuna y pidió encarecidamente a todas las madres que no permitan que vacunen a sus hijas, “si no quieren vivir el calvario que ha sido mi vida y la de mi niña desde que la inyectaron». Informe de Marisabel Brito para PROVIDENCE EN ESPAÑOL.
PROVIDENCE.- Vicenta Cruz es una madre dominicana, residente en el estado por más de 20 años. Actualmente, la señora Vicenta dice estar desconcertada y muy triste por lo incierto que se presenta el futuro de su hija Rosalinda, a quien la vida le ha cambiado drásticamente desde que la inyectaran con una vacuna para prevenir el cáncer uterino.
Pero más que indignación y frustración, es mayor su impotencia, asevera, “al no poder revertir los daños que le ocasionó a mi hija la vacuna contra el virus del Papiloma Humano”.
Vicenta denunció a este semanario que la más pequeña de sus tres hijos, Rosalinda Cruz de 15 años de edad, recibió dos, de tres dosis, de la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (HPV Vaccine, nombre inglés) en un hospital local, y desde ese momento la vida de la adolescente, según declara su madre, “ha dado un cambio de 360 grados, y creo que nunca volverá a ser la misma”.
La angustiada madre recuerda que en enero de este año, “llevé a Rosalinda al pediatra para realizarle un examen físico. En eso, la doctora me dice que ha salido una nueva vacuna, la cual evita que las niñas se contagien con el virus del Papiloma Humano que produce el cáncer del cuello uterino; y yo pensando que se trataba de un procedimiento normal, como cualquier otra vacuna y que no tendría complicaciones, accedí a que le aplicaran la primera dosis”.
Vicenta hace un recuento de los primeros síntomas que mostró Rosalinda, mismos que en un principio no asoció a la vacuna. “Pocos días después de la inyección, mi niña empezó a sentirse mal. Se quejaba constantemente de dolores de cabeza, dolor estomacal y de oído, mareos y nauseas. Quise llevarla al médico pero ella me dijo que no, pensando que era un virus y que pronto los síntomas desaparecerían. Y no fue así”.
Destaca la madre que Rosalinda continuó empeorando a medida que pasaban los meses, hasta que llegó el día de la segunda dosis de la vacuna, en marzo. La madre explica que: “Ella continuaba enferma y no me decía nada para no preocuparme. Le pusieron la segunda vacuna y a los pocos días empezaron las convulsiones, los dolores más fuertes en el estómago, la ansiedad de comer como loca y una sensación muy fuerte en la cabeza como si fuera a estallarle, se quejaba ella”.
El diagnóstico
Por semanas y hasta meses, Vicenta Cruz y Rosalinda reco-rrieron varios médicos, buscando la razón de las reacciones de la niña y denunciando que todo lo sucedido a la adolescente había sido provocado por la vacuna, “pero los médicos decían que eso no era posible y tampoco daban con la causa ni la enfermedad que la aquejaba”.
No obstante, luego de varios exámenes y estudios sin resultados, Rosalinda fue examinada por un Medico-Neurólogo, por iniciativa del seguro médico. Este especialista finalmente le diagnosticó a Rosalinda ‘Encefalitis Limbic’ o inflamación en el cerebro en el lado del sistema límbico. “Mi hija pasó varias semanas internada en el hospital y le practicaron exámenes en todas partes del cuerpo desde la cabeza hasta los pies”, apuntó Vicenta.
La Encefalitis Límbica (PLE) es una forma especialmente grave que afecta el sistema límbico. Además es causada por los tumores más comúnmente asociados con pequeñas células del cáncer de pulmón. Considerando que la mayoría de las encefalitis son de naturaleza viral, PLE a menudo se asocia con el cáncer. De hecho, se piensa que 1 de cada 100 personas con cáncer tienen encefalitis límbica que se diagnostica comúnmente como enfermedades neurológicas, al igual que el Alzheimer.
En un pequeño número de casos, los agentes patógenos responsables de la encefalitis atacan principalmente el sistema límbico que a menudo causan déficits de memoria similares a las observadas en la enfermedad de Alzheimer o la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. El sistema limbico tiene entre sus funciones: la emoción, el comportamiento y la memoria a largo plazo.
Entre esos estudios, declara Vicenta Cruz, “le practicaron exámenes del corazón y el hígado que se le inflamó; cultivos y pruebas en el útero, la matriz y los senos. En todas partes, pero el problema serio estaba en el cerebro y eso no lo descubrieron hasta que la atendió un neurólogo haitiano y dijo finalmente lo que tenía mi hija”. Y lo que más le angustia a esta madre es que Rosalinda con el tiempo desarrolle algún tipo de cáncer. “Mi hija no se merece lo que le está pasando”.
Cambio de vida
Desde que Rosalinda recibió la vacuna y tras el diagnóstico de “Limbic Encephalitis” su madre reconoce que la vida de la adolescente ha cambiado grandemente. “De ser la mejor estudiante de la Classical High School donde cursa el 11 grado, Rosalinda es ahora una niña retraída, lejana, más callada, enfermiza, se le olvida todo porque no tiene memoria presente, sufre de convulsiones constantes, se le hincha todo el cuerpo, ha subido más de 20 libras y sufre de dolores de oído”.
Y lo más grave de todo lo que padece Rosalinda, según declaraciones de su madre, “es que en una reciente junta médica, uno de los doctores me dijo que no me aseguran que ella vuelva a ser totalmente normal. Me siento muy mal porque los problemas de memoria que tiene, quizás no le permitan regresar a la escuela este año”.
La madre de la chica manifestó que desde hace un tiempo su hija asiste a un programa en el Hospital Hasbro, de lunes a viernes, de 7:30 de la mañana 3 de la tarde, donde son tratados niños con diferentes enfermedades; y la próxima semana, al concluir éste, Rosalinda ingresará a terapias cerebrales con una especialista.
A la interrogante de cómo ha tomado Rosalinda todos estos cambios, la señora Vicenta respondió: “No creo que ella comprenda mucho lo que le pasa porque su nivel de comprensión no es el mismo. Todo lo presente se le olvida rápidamente y es como si volviera a empezar. Pero está tranquila, a veces triste y aún así no llora delante mío para no angustiarme y yo tampoco lo hago para que ella no se mortifique. Cuando me ve triste sólo me dice, mami no te preocupes y que sea la voluntad de Dios”.
Una petición
Vicenta Cruz vive para Rosalinda. En su pequeña casa en la Calle Prairie donde reside sola con su hija adolescente, la entristecida madre busca consuelo en la Biblia y dice que lo único que la mantiene en pie es el amor por su hija y la fe en Dios.
Por otro lado, no para de indagar en las causas que provocaron las enfermedades y complicaciones de Rosalinda, mientras se ha fijado la meta de hacer de conocimiento público y advertir a todas las madres dentro y fuera del estado el peligro que según ella corren las niñas que son vacunadas contra el Virus del Papiloma Humano (HPV Vaccine).
Y esta es su única petición: “Quiero que las madres aprendan de lo que me ha pasado a mí y a mi hija y que no permitan que le pongan esa vacuna a sus niñas. Esa vacuna salió el año pasado y yo inocentemente por protegerla de un mal futuro, le tronché su presente y también su futuro, al permitir que le pusieran ese veneno que ahora la está matando”.
Vicenta ya inició una demanda legal, con la única intención, explica, “no de conseguir dinero, porque la salud de mi hija no tiene precio. Yo lo único que quiero es asegurarle su futuro, ya que los médicos no me dan garantías de que Rosalinda vuelva a ser la misma de antes”.
“Ellos no dicen que fue la vacuna, pero como madre que conoce a sus hijos yo estoy convencida de que todo empezó desde que le pusieron ese veneno. Al momento de la vacuna ella no tomaba medicamentos, no estaba enferma, nunca fue enfermiza, era alegre y una de las más inteligentes de su clase, pero toda su vida cambió después de esa vacuna”, puntualizó.
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