2013 – Miro el cielo profundamente azul, como un terciopelo. La atmósfera tan limpia que si alzo el brazo, parece que lo sumerjo en el azul. Las estrellas tan luminosas alumbran la noche diamantada.

La luna, purísima, hechicera, nacarada, me lleva la mirada. A mi alrededor, el bosque, llegando a mis oídos con sus sonidos pequeños, suaves, y el socegado desperezo de los cipreses.

Una oscuridad mágica que me atrae hacia su interior. ¡Me siento con los atributos de Dios! Miro hacia abajo y las luces del pueblo titilan llenas de colores. Ya no siento al tiempo. Se ha detenido.

Me siento expandida. El reflejo de la luna en las nieves eternas me subyuga, y en ese tibio e infinito momento. Llega el Año Nuevo en El Bolson y el tiempo comienza nuevamente. Gracias porque he podido vivir esta experiencia única, trascendente, propia de este lugar de ensueño. Ningún otro lugar en el mundo podría haberme brindado este estado tan maravilloso.