La «cocaína» en sus diferentes formas de presentación, vale la ironía, es una de las más peligrosas «sustancias-psico-neuro-bio-toxicas», ilegales a la que tienen cada vez más mayor acceso las poblaciones de una gran parte del mundo, con agravante de que cada vez son más jóvenes quienes consumen.
RUBÉN SÁNCHEZ AIECH
La «cocaína» en sus diferentes formas de presentación, vale la ironía, es una de las más peligrosas «sustancias-psico-neuro-bio-toxicas», ilegales a la que tienen cada vez más mayor acceso las poblaciones de una gran parte del mundo, con agravante de que cada vez son más jóvenes quienes consumen.
Según la forma de consumo la cocaína llega al cerebro entre 60 a 85 segundos, o de 3 a 5 minutos. El «paco» (pasta base, básica de cocaína, fumada) llega al cerebro en 8 segundos, por ser un producto que contiene, ácido sulfúrico, kerosén, amoníaco y entre un 40 y 80 por ciento de sulfato de cocaína. Esto hace un severo daño a la salud integral de las personas, mucho más entre los jóvenes.
La cocaína daña en forma progresiva el lóbulo frontal, reconocido como el «lóbulo cerebral de la civilización».
Nosotros nos diferenciamos de los chimpances por tener 18mm más de lóbulo frontal. Es el área donde está la capacidad de hombre de tener moral, valores éticos, pensar antes de actuar, controlar impulsos y agresividad, etc. El consumo de cocaína va produciendo micro y macro lesiones, por lo cual el individuo se embrutece (se denomina neandertalización). Desde 1994 se denomina a la cocaína como la droga de la amoralidad.
El consumo de cocaína da convulsiones, temblores, accidentes cerebro vasculares, (ACV). La cocaína es la causa de ACV en personas menores de 35 años, con mayor frecuencia. Más cuando se combina con alcohol.
La patología del lóbulo frontal del cerebro, es la clave para comprender la gravedad del consumo de cocaína, este es el que nos posibilita ser quienes somos, define nuestra personalidad, controla nuestros impulsos, ambiciones, es la sede de nuestra esencia como humanos y la más humana del cerebro, y tiene a su cargo «las funciones ejecutivas de este. Es el órgano de la civilización»
Los daños en el lóbulo frontal producen una lesión en nuestro juicio y en la moral. El lóbulo frontal es el que nos permite llegar a tener madurez y responsabilidad social, pero si está dañado, estas funciones se resienten pudiendo llegar a desarrollar conductas criminales.
Resulta dramáticamente ilustrativo lo que estamos viendo en nuestro país, una población de usuarios de cocaína joven y un número creciente de niños a los que nuestra sociedad permite que entren en esta adicción, convirtiéndose así en una práctica filicida.
Culminando esta socio- tragedia con la epidemia que significa el «paco» y generalmente es fumado con tabaco o marihuana, por una población infanto juvenil predominantemente carenciada desde el punto de vista socio económico.
Especialista en Clínica Médica;
Magíster en Psicoinmunoendocrinología, Universidad de Favaloro;
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