La Agencia Espacial Europea (ESA) seleccionó cuatro propuestas de misiones que competirán por la oportunidad de ser lanzadas al espacio a principios del 2020. Los conceptos de estas misiones han sido elaborados por equipos de investigación cuyos miembros proceden de toda Europa. Paciencia es la palabra clave para los participantes en el concurso, pues la decisión final podría tardar cuatro años en ser anunciada. Qué decir del ganador, que tendrá que esperar otros cinco años para ver su creación en el espacio.
Encabezando la lista –sin orden de predilección- está el Loft, siglas del nombre en inglés de gran observatorio para la sincronización de rayos x. Esta misión se propone perseguir agujeros negros, estrellas de neutrones y púlsares, los cuales pueden producir estallidos repentinos y muy rápidos de rayos x. Los científicos podrían explorar así los efectos de la materia cuando se introduce en campos gravitatorios ultra fuertes y en estados ultra densos.
¿Para qué queremos saber los efectos de la materia entrando en los campos gravitatorios ultra densos? Por la misma razón por la que queremos poner a prueba, otra vez, el principio de equivalencia, ya demostrado en 1971 por el astronauta del Apolo 15, Dave Scott, quien, de pie sobre la superficie lunar, dejó caer al mismo tiempo y desde la misma altura un martillo y una pluma, mostrando que ambos llegaban al suelo al mismo tiempo. Estas cosas seguramente tienen una utilidad para la ciencia y hasta para nuestra vida diaria.
El proyecto de una nueva versión de esta prueba se llama Space-Time Explorer and Quantum Equivalence Principle Space Test (STE-Quest). Nombre menos descriptivo tiene la MarcoPolo-R, una misión que intentará tomar una muestra de material de un asteroide –quizá el (175706) 1996FG3- para que sea analizada en un laboratorio de la Tierra.
Por último, pero no menos importante, está el Observatorio de Caracterización de Exoplaneta (Echo), un telescopio de 1,2 metros que, de ganar, estudiaría exoplanetas, es decir, un planeta que orbita una estrella diferente al Sol y que, por tanto, no pertenece al Sistema Solar. Los planetas extrasolares se convirtieron en objeto de investigación científica en el siglo XIX. Muchos astrónomos suponían que existían, pero no había forma de saber qué tan comunes eran o cómo podrían ser similares a los planetas de nuestro sistema solar.. A partir de la forma en que la luz se atenúa, los detectores del telescopio serían capaces de sondear las atmósferas de estos mundos. Este proyecto ha sido diseñado por investigadores españoles.
BWN Patagonia
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