(BWN) El Romanticismo ha sido constantemente denostado en el auge del positivismo occidental (racionalismo en arquitectura), por pertenecer al pasado del cual se renegaba, pero principalmente por su espíritu soñador, por sus posturas de alto contenido utópico y por fomentar la imaginación y la pasión, eso de dejarse llevar por los sentimientos más que por la razón. En franco contraste con el pragmatismo del positivismo.
(BWN) El Romanticismo ha sido constantemente denostado en el auge del positivismo occidental (racionalismo en arquitectura), por pertenecer al pasado del cual se renegaba, pero principalmente por su espíritu soñador, por sus posturas de alto contenido utópico y por fomentar la imaginación y la pasión, eso de dejarse llevar por los sentimientos más que por la razón. En franco contraste con el pragmatismo del positivismo.
¿No seria interesante que rescatáramos algo de ese espíritu?
En estos tiempos tan mercantilizados, tan economizados, tan utilitarios, tan dogmáticamente “Científicos” y tecnológicos.
Los dioses parecen ser, la extrema objetividad y los sistemas
la universalidad o globalización, la maquina, la informática, y el hombre…
El hombre todopoderoso que creo todas estas maravillas (consagrado como “rey de la naturaleza” por legado divino) y como todo rey, hace uso y abuso de estas posesiones.
Agota todos los recursos naturales y estropea los que no usa.
Rotula de “Maleza” a la “hierba mala” que le molesta, deja extinguir a los animales y vegetales que considera inútiles, depreda a los que puede consumir industrialmente, y denigra a “mascotas” a los que elige de esclavos compañeros, perros, gatos, pájaros, peces, plantas y flores, que se empecina en colocar en jaulas, peceras, macetas, jardines y floreros
(estética de la “naturaleza muerta”, “cautiva” o “controlada”)
que concibe para “decorar” su ego.
El hombre mas que el rey del universo, es solo un granito de arena más (“una pelusa en el cosmos” decía mi hija a los 12 años,
con esa síntesis de incontaminación mental que tienen los niños)
Sin mayor importancia real que la de su propio autoengaño, no tiene capacidad real de dominar o simplemente afectar al cosmos, más que en su mínimo entorno inmediato de su “espacio-tiempo”.
A este individuo actual tan apático, descreído (desencantado) y apolítico, que no ve mas allá de sus narices, no le interesa el pasado ni el futuro, ¡solo el hoy…!
En estos tiempos donde se descree de los mas básicos valores sociales, en función de un individualismo autodestructivo (“sálvese quien pueda”) que va en contra de la esencia social del hombre.
Olvidamos a Platón cuando decía: “El Hombre es un ser social y por lo tanto político”.
A este hombre actual, materialista (“tanto tienes tanto vales”) sin valores estéticos, éticos ni morales… Solo acumulación de bienes materiales y consumismo.
A este individuo… ¿No le vendría muy bien? Un poco de utopía, de pasión, de imaginación, de intuición… ¡Volver a Soñar…!
“seamos realistas,…Pidamos lo imposible”, Coreaban en el mayo francés.
Volver a utilizar el lenguaje poético de las metáforas, en vez de tanto idioma objetivo y duro de las ciencias.
Los grandes pensadores que cambian el curso de la historia provienen siempre del arte.
¿No es la filosofía hija de la literatura y la poesía?
Busquemos un poco más de región y menos de universal y global.
Menos matemática y más arte. Menos geometría pura y abstracta
y más libertad de las formas y espacios, con su cultural significado.
El arte y los artistas: la pintura, la música, la poesía, el cine,
expresan mejor el universo que las ciencias.
Debemos comenzar a utilizar un poco más el hemisferio derecho del cerebro, recomponiendo el equilibrio entre los dos.
Aprender a intuir, a descubrir, con creatividad e innovación, buscando soluciones nuevas, formando nuestro criterio, explorar en el caos, sin miedo, aprovechando la deriva y lo aleatorio, alejándonos de tanta planificación abstracta, fuera de las formulas enlatadas de la enseñanza tradicional.
Platón se preguntaba ¿es la enseñanza un amoldarnos a la estructura del sistema reinante que nos imponen los que detentan el poder (auténtico lavado de cerebro de nuestras juventudes) o debería ser una exploración e investigación del conocimiento en forma independiente, sin moldes ni prejuicios impuestos?
Yo agregaría: de exploración e investigación del conocimiento,
principalmente de la naturaleza y sus armonías.
Deberíamos aprender de las civilizaciones orientales, de sus 6.000 años de sabiduría, de su filosofía de respeto y subordinación incondicional al Medio Ambiente.
Restituyendo el equilibrio perdido dentro del propio hombre, con sus congéneres y con la madre naturaleza.
Aprender de la madre tierra, la “Pachamama” de las exterminadas civilizaciones amerindias, exterminadas a fuerza bruta de espada y pólvora, y no de ideas.
Aprender de la sabiduría del urbanismo de Machu-Pichu, en total armonía y equilibrio con su Medio.
De la riqueza cultural de los pueblos originarios, y sus regiones, en vez de tanta universalización, funcional a la dominación mercantilista, que masifica para facilitar el consumo de productos “Estándar”.
Deberíamos parar con el “Progreso”, eso de conquistar la Naturaleza con las armas de la ciencia, para amoldarla a los designios del “confort” del hombre, en vez de: humildemente buscar armonizar con esta, aprovechando las sinergias mutuas;
¡Parar con el “Progreso”, “Dejando que la Naturaleza se abra camino”!
Después de todo y afortunadamente, ¿no somos todos la Naturaleza?
Cambiar el paradigma de “La era de la máquina”, por el de la “Era Ambiental”.
En vez de tanta “máquina de habitar” pensar en “Organismos de habitar”.
En vez de tanta arquitectura del espectáculo, de extrema y estéril tecnología, de estética amanerada a los caprichos del ego de los poderosos.
Deberíamos dejar de ser mercenarios de la sociedad de consumo,
y de una buena vez imaginarnos y proyectar un Hábitat Ambiental Sustentable.
Seria bueno que lográramos rescatar y valorar el espíritu romántico
de pioneros como KARL FRIEDERICH SCHINKEL, de FRANK LLOYD WRIGHT, de ALVAR AALTO y del actual EMILIO AMBAZ, sin prejuicios ideológicos.
¡“Un mundo mejor es posible”!
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