A la sombra del kirchnerismo, Tupac Amaru ya opera en 17 provincias. La aparición de un video anónimo de indudable origen oficial denunciando sobornos periodísticos, la agresión de activistas de izquierda en Mendoza y el ataque en Jujuy al Presidente de la UCR, Gerardo Morales, marcan un clima político cada vez más venezolano.
Pero la agresión a Gerardo Morales por parte de un grupo de activistas tiene un significado especial: hizo que emergiera al primer plano la figura de Milagro Sala, jefa de la agrupación Tupac Amaru, que sería la responsable del atentado. De perfil bajo para la prensa nacional, Sala es la dueña de la calle en Jujuy. Dos años atrás, “Milagrito”, como se la conoce a la dirigente de ATE, ocupó violentamente la sede del Banco Social de Jujuy para defender a un delegado de su gremio acusado de manejos irregulares. Los grupos de choque de Sala también atacaron seis meses atrás a Lucas Arias y Juan Maidana, dos dirigentes de la Corriente Clasista y Combativa de Juan Alderete -férreo opositor a Néstor Kirchner-fracturándole el cráneo al primero.
Pero no estamos hablando de un simple grupo de choque. Tupac Amaru tiene 70.000 afiliados y actúa en 17 provincias. La Ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, recibe frecuentemente a Sala y le asignó a Tupac Amaru 25.000 planes sociales, aparte del manejo en Jujuy de buena parte de las nuevas cooperativas de trabajo para la construcción de viviendas del Plan Argentina Trabaja. El año pasado, “Milagrito”, que a los 40 años es también Secretaria de Acción Social de la CTA, hizo que sus huestes en el Chaco tomaran una fábrica textil en quiebra y finalmente se la quedó como empresa recuperada. La planta fue reinaugurada como fábrica de la Organización Barrial Tupac Amaru. Esta agrupación sostiene que ya construyó sólo en Jujuy 1500 viviendas, generando 4000 puestos de trabajo, y que sus plantas textiles producen 30.000 guardapolvos por mes. Más que muchas empresas de primera línea.
El 6 de abril de este año, CFK inauguró el nuevo Hospital de Niños de Jujuy y luego se encaminó hacia la sede de Tupac Amaru para reunirse con Sala. El jefe político de ésta es Luis D’Elía. Pero el crecimiento político -y económico- de la jujeña, hace que se maneje directamente con Alicia Kirchner y hasta con la Presidenta.
La conexión bolivariana
El vertiginoso desarrollo de Tupac Amaru en 17 provincias tiene que ver con una característica original: es la única organización social que capta políticamente a las comunidades indígenas. Sala lidera los reclamos de tres comunidades, los guaraníes, los coyas y los mapuches, siendo los dos últimos los más activos. Pese a ser una dirigente promocionada por la Casa Rosada, su terminal política no es Kirchner sino Evo Morales. En la ceremonia del Tiwanako del año pasado, Sala se sentó a pocos metros del mandatario boliviano para festejar el” renacimiento de los pueblos originarios”.
El 28 de agosto pasado en Parque Lezama, esta curiosa dirigente entretuvo a los porteños con la antigua ceremonia inca de homenaje a la tierra madre, la Pachamama. Sala es una extraña mezcla de sindicalista con líder indigenista y jefa de grupos de choque. Se identifica sólo a medias con el kirchnerismo, que en realidad le parece tibio. Tupac Amaru forma parte del proyecto de “Constituyente Social” en el que convergen cientos de grupos de izquierda de todo el país y que se define confusamente como una especie de “refundación revolucionaria de la Argentina”. En un reciente reportaje declaró: “antes que ser argentina soy americana” y “antes que reconciliarnos con los blancos ellos nos tienen que devolver todo lo que nos robaron”. Los numerosos enemigos políticos que Sala y sus patotas se ganaron en Jujuy formulan diversas acusaciones, entre ellas, que el Registro Nacional de Armas le habría entregado 500 portaciones. Realidad o mito, lo cierto es que esta D’Elía jujeña sigue expandiéndose por el territorio nacional con el poder que le da la impunidad, su participación en la caja oficial y el apoyo político del gobierno boliviano.
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