¿La Prohibición de Drogas fomenta el HIV SIDA?

Cuando las teorias conspiratorias cobran fuerza.

Inocherencias en la Cumbre Mundial por el SIDA

      24 horas antes de la apertura, en Viena, de la 18ª Conferencia Internacional sobre SIDA, se presentó a la prensa internacional la llamada Declaración de Viena, documento político que llamó la atención al dejar de lado a la pobreza como factor determinante de la expansión del retrovirus y concentrarse en solicitar a la ONU la legalización del consumo de drogas y el fin de la guerra al narcotráfico.
Mucho se habla de oscuras estrategias que utilizarían un grupo de banqueros y millonarios (Gobierno Mundial) para controlar la superpoblación.
Lo cierto es que en una entrevista del año 2007, el Richard J. Roberts, premio Nobel de medicina en 1993, afirmó que «el fármaco que cura del todo no es rentable». Esta fue su conclusión después de constatar de primera mano cómo funciona la industria farmacéutica: «He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas mucho más eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad (…) [Pero] las farmacéuticas no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle el dinero (…)»

Informa Gabriel Genri de cincometas.com (Medio especializado para la lucha contra las drogas) que la Declaración de Viena es un documento político, que llama a despenalizar el consumo de drogas y pide dejar de destinar fondos a la guerra contra el narcotráfico, porque “está fomentando la epidemia de VIH con consecuencias sociales y de salud, tremendamente negativas”.

En síntesis, argumenta que las organizaciones criminales ganaron la guerra. Los Estados no pudieron frenar el narcotráfico. Es hora de legalizar.

«Domingo por la mañana, tras el abuso del sabado»

El documento puede leerse aquí

       Este documento llama la atención, porque significa un giro rotundo en el abordaje mundial de la epidemia de VIH-SIDA.

En este sentido, significa un quiebre respecto a los objetivos planteados en el 2004 durante la reunión de Bangkok, que fijo como meta el acceso universal al tratamiento para todos los enfermos de SIDA antes del 2010.

Argentina fue uno de los primeros países en garantizar este derecho. Pero el 2010 encontró al mundo muy lejos de esta meta.

En Bangkok, por primera vez, se incluyó la Pobreza como determinante de la expansión de la enfermedad. Y se incluyó dentro de los grupos sociales más vulnerables a las grandes mayorías pobres con accesibilidad limitada a los servicios de salud.

Fue un paso fundamental en la comprensión de la pandemia y las causas que determinaban su crecimiento a nivel mundial.

Para el 2006, durante la reunión de Toronto el camino fijado en Bangkok fue profundizado y cerró con un llamado a cumplir con el acceso universal a las estrategias comprobadas de prevención, tratamiento y atención del VIH.

En el 2008, durante la Reunión en México se dispararon las alertas sobre las dificultades de alcanzar los objetivos planteados. La desigualdad de género, y la estigmatización ponen freno a la distribución universal de preservativos se dijo y se subrayó que la lucha contra el VIH-SIDA debía ir acompañada del combate a la pobreza y que los objetivos debían concentrarse en expandir el cuidado primario y fortalecer los sistemas de salud en los países pobres.

Ante el objetivo de alcanzar la distribución universal de preservativos. La revista británica “The Lancet” afirmó que sólo harían falta 24.000 millones de condones para cubrir las metas.

Algo que costaría alrededor de 600 millones de euros. La cifra puede parecer elevada, pero es solo una pequeña parte del precio que se paga por el SIDA cada año.

Algo que será tema de debate durante esta Conferencia 2010, ya que anticiparon que la crisis financiera de los países desarrollados afectará los dineros que se manejan para controlar la pandemia.

En este marco, el objetivo de derrotar la pobreza para frenar el VIH-SIDA fue dramáticamente dejado de lado. Ahora sostienen que es la prohibición de drogas la que fomenta la epidemia. Una afirmación que tiene mucho de político, pero ninguna evidencia científica que sostenga tal relación causal.

¿Qué buscan en realidad?, se pregunta el periodista Gabriel Genri
Hasta aquí el informe de Gabriel Genri

La comunidad cientifica independiente señala algo que todos sabemos, y lo sabemos porque lo vemos a diario. Tenemos sobradas evidencias para evaluar que el SIDA se ha propagado y se extiende, principalmente debido a la promiscuidad y entre los adictos a las drogas y que la mayoría de las drogas inducen a la promiscuidad sexual, así como la pobreza y la falta de educación contribuyen tanto a la promiscuidad como a la drogadicción.

Son expresiones comunes entre drogadictos: «colé acidos y tome una banda (mucho alcohol)…», «y al otro dia no sabía donde estaba cuando me desperté», o, «tenía una locura de aquellas (mucha marihuana y acidos), no me acuerdo de nada», esto por parte de adolescentes mujeres sobre todo, quienes además comentan como si fuera lo mas normal que consumen acidos poniendoselos debajo de la lengua o en los ojos. «Con el extremo del dedo tirás ligeramente hacia abajo el párpado inferior para crear una especie de bolsa y ahí te metes el acido», explican. Antes y despues de tomar alcohol aspiran cocaina, fuman marihuana y pierden el control. Todo lo que pase tras haber iniciado la «fiesta» queda en un blanco cerebral donde no existe memoria. Bajo los efectos de las drogas las mujeres mantienen relaciones sexuales muchas veces (sin proteccion) con otra u otras personas drogadictas que no son responsables.

Pero el problema no reside solamente en el efecto inmediato de las drogas sino en las consecuencias por consumirlas: Perdida de neuronas, delirio y confusion. Una persona con menos neuronas es menos inteligente y una persona menos inteligente, y además dispersa e irresponsable (por el consumo de drogas), es mas propensa a no cuidarse cuando mantiene relaciones sexuales.

Estas son cosas que todos sabemos perfectamente. Aquellos que consumen droga y los que observamos su comportamiento.

La cobardía e irresponsabilidad del drogadicto

El consumo de sustancias estupefacientes o alucinógenas viene de muy atrás y formó parte de los usos de algunas antiguas civilizaciones (orientales e indígenas americanas, principalmente), los fundamentos culturales de su uso en nuestros días y en países económicamente desarrollados, no provienen de aquellos tiempos remotos, sino que se insertan en el marco de pretender erróneamente afirmar la propia libertad frente a toda tendencia natural, junto a una mentalidad según la cual el sentirse bien y no pensar son los principales objetivos de la vida, constituyen el caldo de cultivo para la extensión de la drogadicción.

Esto tambien acompaña la mentalidad de evitar «hacerse cargo de uno mismo» y en base a ello eludir responsabilidades frente a los conflictos que aquejan a la socidad «porque los resuelve alguien mas»

En este marco, el objetivo de derrotar la pobreza para frenar el VIH-SIDA fue dramáticamente dejado de lado en la Cumbre Mundial por la Lucha contra el SIDA. Ahora sostienen que es la prohibición de drogas la que fomenta la epidemia. Una afirmación que tiene mucho de político, pero ninguna evidencia científica que sostenga tal relación causal.

Repetimos: ¿Qué buscan en realidad?, se pregunta el periodista Gabriel Genri
Y tambien nosotros.

Debido a las consecuencias económicas y sociales que acarrea la drogadicción (puerta de muchos delitos, degradación física y psicológica de los adictos, graves problemas familiares, etc.), los poderes públicos se centran más en el apoyo social para luchar contra este fenómeno, y lo hacen con más intensidad que contra los efectos socialmente perniciosos de la irresponsabilidad sexual; pero, al igual que en este caso, sólo lo hacen por sus consecuencias y en algunos aspectos circunstanciales, no contra sus causas profundas, que, como queda dicho, son efecto de un clima social proclive a considerar cualquier actitud ante la vida como opción alternativa, tan respetable como cualquier otra.

¿Control de superpoblacion mundial? ¿negocios? ¿o las dos cosas?

Por sorprendente o absurdo que pueda parecer, en muchas de las polémicas sobre la prevención del SIDA no subyace otra cosa que la obstinación en el error de negar la evidencia de los datos, ya que éstos van contra algunos arraigados prejuicios de la sociedad actual.

El SIDA es una enfermedad que se difunde a través de comportamientos.

Así ocurre con los drogadictos, para quienes el SIDA es una amenaza a lo que ellos consideran un estilo de vida alternativo. También es el caso de algunos homosexuales, que ven en toda medida de profilaxis un ataque a sus pretensiones de conferir a sus relaciones el valor de una relación heterosexual o, incluso, el del mismo matrimonio.

Inconsistencias

La era del sida empezó oficialmente el 5 de junio de 1981, cuando los CDC (Centers for Disease Control and Prevention (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades) de Estados Unidos convocó una conferencia de prensa donde describió cinco casos de neumonía por Pneumocystis carinii en Los Ángeles. Al mes siguiente se constataron varios casos de sarcoma de Kaposi, un tipo de cáncer de piel. Las primeras constataciones de estos casos fueron realizadas por el Dr. Michael Gottlieb de San Francisco.

Esto quiere decir que: A casi 30 años de haberse descubierto la enfermedad todavia no existe una vacuna.

Existen opiniones dispares sobre si los virus (desde un resfrio al HIV) son una forma de vida o estructuras orgánicas que interactúan con los seres vivos. Por ello algunos autores se refieren a ellos como «organismos al límite de la vida». Por una parte se asemejan a los organismos que tienen genes y evolucionan por selección natural, y se reproducen creando múltiples copias de sí mismos para autoensamblarse. Sin embargo, carecen de estructura celular, lo cual es considerado la unidad básica de la vida. Además, los virus no tienen un metabolismo propio, y necesitan una célula huésped para crear nuevos productos. Por tanto, no se pueden reproducir en el exterior de una célula huésped (aunque bacterias como Rickettsia y Chlamydia son considerados organismos vivos teniendo la misma limitación). Las formas de vida aceptadas utilizan la división celular para reproducirse, mientras que los virus aparecen de forma súbita y en gran cantidad dentro de las células, lo que es análogo al crecimiento autónomo de los cristales. El autoensamblaje de los virus dentro de las células tiene implicaciones para el estudio del origen de la vida, pues refuerza las hipótesis de que la vida podría haber comenzado en forma de moléculas orgánicas autoensamblantes.

No obstante estas  discuciones cientificas sobre la naturaleza de los virus, existen patrones y parametros que los definen a todos. Son virus. Un virus es un virus.

  Entonces ¿como es posible que en casi 30 años no hayan creado una vacuna contra el HIV mientras en pocos meses sacan de la galera multiples vacunas contra la famosa y comercial Gripe Porcina?

La realidad es: que los parametros que definen a los virus y los patrones que constituyen a los virus son muchas veces identicos. Es por este motivo que se los identifica como virus. Debido a esta circunstancia, y a ojos cientificos en la experimentacion o estudio de un virus ¿Que importancia tendría para crear una vacuna, si el virus es mortal o no? ¿Que importancia tiene si produce mayores o peores perjuicios en los infectados?

La rentabilidad del SIDA como enfermedad cronica y herramienta de control de superpoblacion. ¿Quienes ganan dinero con una enfermedad cronica? ¿A que intereses responde que mucha gente muera en Africa, Asia o Latinoamerica de Sida?

Richard J. Roberts, premio Nobel de medicina en 1993, afirma que «el fármaco que cura del todo no es rentable». Esta es su conclusión después de constatar de primera mano cómo funciona la industria farmacéutica: «He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas mucho más eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad (…) [Pero] las farmacéuticas no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle el dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.»

Roberts opina que la rentabilidad es un criterio adecuado para otras industrias, pero no para la farmacéutica. «Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos (…) La salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse como un medio para ganar dinero.» En este sentido defiende un mayor protagonismo del sector público en el ámbito de la investigación médica.

No entraremos a discutir si los hechos que menciona Roberts son ciertos o matizables. El problema es que de estos casos particulares no se desprende que la industria farmacéutica sea «distinta» o que el criterio de la rentabilidad sea inapropiado si la finalidad es curar enfermedades (ni, por ende, que el Estado deba jugar un papel más preponderante).

La tesis de Roberts es verosímil. Si una empresa cura una enfermedad se queda sin pacientes/consumidores. Si la cronifica puede obtener ingresos durante toda la vida de los pacientes. No obstante, si los consumidores están dispuestos a pagar por el fármaco que acaba con la enfermedad, significa que producirlo es rentable. La empresa que vende el fármaco que la cronifica quizás prefiere el status quo, ¿pero qué hay de sus competidores? ¿Acaso no se beneficiarían de sacar a la venta ese fármaco y hacerse con el mercado de la primera? No si todos cumplen un pacto de comun acuerdo, habiendo realizado el correspondiente estudio de rentabilidad.

¿Alguien pone en duda que la cura del sida o la diabetes sería extraordinariamente rentable y que por esa razón se están dedicando recursos ingentes a investigarla? Sin embargo, si el diagnóstico de Roberts es correcto, ninguna empresa estaría investigando una cura para esas enfermedades crónicas. De hecho, si a las farmacéuticas les resulta más rentable no curarte del todo, a los mecánicos les resultará más rentable no arreglarte el coche del todo, a los lampistas no arreglarte el calentador del todo o a las compañías anti-virus propagar virus periódicamente. ¿Y acaso esto no sucede muchas veces?

Muchos creen aún en la libre competencia, y en que lo postulado por Roberts podría ser imposible, diciendo que Roberts confunde los incentivos que tiene una empresa aislada con los incentivos de esa empresa en el mercado.

Sin embargo, el mercado esta controlado y existen camaras comerciales o conferencias mundiales donde se dictamina por ejemplo,  en el marco de la lucha contra el SIDA, que hay que despenalizar el consumo de drogas y dejar de destinar fondos a la guerra contra el narcotráfico, porque “está fomentando la epidemia de VIH con consecuencias sociales y de salud, tremendamente negativas”

Un socialista que nunca pierde oportunidad para lanzar su mensaje anti capitalismo, sugeriría que «Si el sector público tomara el relevo en la investigación médica, los incentivos económicos desaparecerían, y la rentabilidad ya no serviría de guía para orientar las inversiones».

No obstante, en un planeta no corrupto, sería la competencia capitalista el mayor estimulo para que los laboratorios se esmeren en crear nuevos medicamentos que solucionen la vida a las personas.

El problema, nuevamente, no es el sistema: Capitalista o socialista.
El problema es el nivel de conciencia de la humanidad.

Diego Ignacio Mur
BWN Patagonia

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