No solo no estamos lejos de un Apocalipsis Zombie: sabemos como iniciarlo
“Tras varios infortunios al principio, el equipo de Stanford logró adaptar un virus del herpes que llevará el avance de la ingeniería genética neuroprotectora a las profundidades del cerebro, para neutralizar las hormonas bandidas antes de que puedan causar daños”, cita el DailyMail promocionando la inminente vacuna contra el estrés. ¿Tenías miedo de una probable pandemia zombie? El articulo que publicamos: “La tierra no está lejos de un Apocalipsis Zombie», fue ingenuo. No solo «algo» “podría” salir mal con esta vacuna, sino que Harvard ya sabe exactamente lo que debería hacer el herpes para transformarte en un zombie similar a los de las peliculas, y por supuesto, para generar una pandemia. Sugestivamente el estudio realizado al respecto fue anterior a la feliz idea de la vacuna contra el estrés. Año 2009: Profesor de Harvard: ‘Un apocalipsis zombie podría ser posible’ (Foto: Vacunas transgenicas. El Herpés común causa pequeñas ronchas. ¿Pero un herpés modificado geneticamente?)
Así es que en el año 2010, teníamos a los medios de comunicación mundiales anunciando la investigación del Dr. Robert Sapolsky sobre una vacuna contra el estrés, que utilizaría el virus del herpes modificado geneticamente para alterar tu cerebro. Un fármaco que debería estar por salir al mercado en cualquier momento. Pero antes, en el año 2009, un científico de Harvard había realizado otro estudio, partiendo de la idea de «como debería funcionar el cerebro y la biología de un zombie» para comportarse como lo hacen los de las películas. Ambos científicos son de EEUU, y curiosamente, Robert Sapolsky se recibió en antropología biológica en la Universidad de Harvard.
Posteriormente, asistió a la Universidad Rockefeller, donde recibió su doctorado en Neuroendocrinología, trabajando en el laboratorio de Bruce McEwen, un endocrinólogo «de renombre mundial».
No me digan que no causa miedo saberlo.
Un año antes del anuncio de la vacuna contra el estrés, el Dr. Steven C. Schlozman, profesor asistente en la escuela de Medicina de Harvard expresó: «Aún pienso que los zombies son personajes ficticios, aunque ya no estoy tan seguro».
En el año 2009, meses antes de que Robert Sapolsky, profesor de neurociencia en la Universidad de Stanford en California, disparara frases en diarios británicos y estadounidenses como: ¡Olvídate de los remedios ancestrales como el yoga, la meditación o tomar pastillas!”, exclama alegremente el diario británico, comparando el yoga o la meditación oriental, con el Rivotril o el Prozac. “¡Aliviar el estrés crónico podría ser muy pronto tan simple como darte una inyección, según los científicos!”, el Dr. Schlozman (Harvard) publicó un artículo médico en el que analizaba de qué manera podría funcionar un cerebro zombie. Se trata de un análisis de ingeniería inversa en el cual el científico explica de qué forma un virus, bacteria, material readiactivo, etc. debería afectar nuestro cerebro de manera tal, que una persona comience a mostrar los característicos síntomas del contagio zombie al que Schlozman llamó: Síndrome atáxico neurodegenerativo de deficiencia de la saciedad o ANSD por su siglas en inglés.
¿Cómo tendría que mutar el cerebro para poner a un humano en estado zombie?, según el Dr. Schlozman:
El lóbulo frontal.
Es la parte del cerebro que nos permite pensar cuidadosamente y resolver problemas de manera abstracta. El lóbulo frontal se encarga de controlar la impulsividad, por ejemplo, si una persona experimenta un arranque de ira ya sea conduciendo por la calle o en una discusión, esta parte del cerebro se encarga de que no atropelle a la gente o le de un puñetazo en la cara a su adversario. Según el Dr. Schlozman, los zombies obviamente utilizan escasamente el lóbulo frontal; no pueden abrir puertas o ventanas, no pueden pasar por obstáculos complicados, en si, no pueden resolver problemas y obviamente sus acciones están gobernadas por impulsos asesinos. El lóbulo frontal del zombie sólo recibe órdenes del tálamo, que es el conductor de los estímulos sensoriales al cerebro.
La amígdala cerebral y la corteza cingulada anterior.
Como explicamos, un zombie es gobernado por sus impulsos, necesidades y emociones básicas como la rabia o el hambre, los cuales viven en los rincones más primitivos del cerebro, entre ellos: la amígdala cerebral. El cerebro del cocodrilo por ejemplo, es controlado principalmente por la amígdala. Los científicos corroboraron esto induciendo lesiones en la amígdala de ciertos animales y observando una disminución de su capacidad de reacción y ataque. El balance es mantenido por la corteza cingulada anterior, la cual ‘modula’ la comunicación entre la amígdala y el lóbulo frontal, es decir, en caso de que la amígdala genere miedo, rabia o lujuria, la corteza cingulada entra en acción y permite que el lóbulo frontal tenga tiempo de «pensar antes de actuar».
Al tener una corteza cingulada defectuosa debido a un daño en el lóbulo frontal, los zombies no tendrían manera de modular sus sentimientos. Siempre tienen hambre, siempre sienten bronca.
El cerebelo y los ganglios basales.
Los zombies sufren de daños en el cerebelo y ganglios basales, partes del cerebro que hacen posible que el cuerpo tenga movilidad fluída y coordinación. Es por eso que los zombies caminan tambaleandose, arrastrando sus miembros y con cierto temblor.
En la opinión del doctor Schlozman, los ‘infectados’ de la película Exterminio (28 Days Later) no son zombies ya que poseen cierto tipo de ‘actividad alta en la zona de la corteza que les permite cazar humanos’. Adicionalmente los ‘infectados’ exhiben capacidad motriz avanzada e incluso pueden correr, escalar y saltar de manera sobre-humana.
Neuronas espejo.
La teoría de las neuronas espejo señala que dichas neuronas se activan cuando un animal o persona desarrolla la misma actividad que observa en otro individuo. Schlozman describe la teoría como un modelo neurobiológico de la empatía, el cual sugiere que de alguna forma u otra estamos conectados unos con otros.
Los cerebros de los zombies son incapaces de ‘conectarse’, esta incapacidad es de carácter biológica. No parecen enojados, no parecen excitados, no parecen asustados. Sólo parecen zombies y esto es lo que más asusta sobre ellos.
El hipotálamo ventromedial.
Según el Dr. Schlozman, los zombies sufren de hiperfagia, condición que provoca la sensación de siempre tener hambre. Esto es debido a que su hipotálamo ventromedial, uno de los núcleos del hipotálamo, se encuentra dañado. El resultado: Los zombies comen y comen pero nunca se sienten saciados.
¿Cómo detener a un zombie?
Aquí el Dr. Schlozman responde con una frase conocida por los fanáticos del genero cinematográfico: Disparales al cerebro o cercenarles la cabeza es la mejor solución.
Contagio
“Tras varios infortunios al principio, el equipo de Stanford logró adaptar un virus del herpes que llevará el avance de la ingeniería genética neuroprotectora a las profundidades del cerebro, para neutralizar las hormonas bandidas antes de que puedan causar daños”. “Ya se ha demostrado que el virus del herpes genéticamente modificado funciona en ratas”.
«-Para ser honesto, aún me sorprende que funcione- dijo el profesor Sapolsky en la revista Wired recientemente”.
«Hemos demostrado que es posible”. ” Podemos reducir el daño neuronal causado por el estrés”.
Como todos saben, el herpes es una enfermedad sumamente infecciosa, y fácilmente contagiosa. El herpes bucal se transmite con un beso, o solo por el hecho de utilizar un cubierto que fue antes usado por alguien con herpes. Y esto coincide con las mordidas de las películas. ¡No dejes que te muerdan!
Como relatamos en el articulo anterior citando fuentes como el New Tork Times, Daily Mail y la BBC, y para continuar la propaganda sobre el presunto hallazgo, los medios citaron a un colega de la Universidad de Stanford, que llamó a la posible vacuna -el tiro Sapolsky- aseverando que «En los humanos este virus genéticamente modificado constituirá una gran ayuda en la regeneración neuronal causada por el estrés-, – ese sentimiento de tensión que persiste una vez terminada la crisis».
Tras realizar una búsqueda sencilla en Google advertirán que ambos doctores comparten apariciones en listas de estudios o incluso libros sobre neurología. Ellos mismos pueden observar estos resultados y por supuesto, se conocen.