Monsanto, la corporación controlada por el magnate David Rockefeller, hizo gala de su voracidad al otro lado de la cordillera. Es que el Senado de Chile dio vía libre a un convenio que impide a los campesinos guardar sus semillas y que además prolongará la vigencia de los derechos de las transnacionales que venden semillas híbridas y transgénicas en ese país; gracias a 14 votos provistos por la derecha de ese país y también por la Concertación. (Tag english – Everything has a price: The Chilean Senate sold to Monsanto the Peasant seed).
En el convenio recientemente sancionado, se estipula el pago de una suerte de patente, llamada “derecho de obtentor”, por la compra de semilla campesina registrada por las trasnacionales semilleras luego de ser manipulada genéticamente. Esto significa que el agricultor deberá comprar todos los años su semilla si no quiere ver confiscada su cosecha, sus cultivos y plantaciones. El convenio no garantiza que las variedades sean mejores o estén accesibles en Chile. Y plantea cínicamente que para registrar una planta, la misma sea “homogénea y estable”. Mientras más homogéneas son las plantas, menos capacidad tienen para resistir fenómenos como la sequía o el cambio climático, al contrario de lo que ocurre cuando hay biodiversidad.
Ximena Rincón, una de las senadoras que le dijo no a Monsanto, fundamentó su voto expresando que serán los campesinos chilenos quienes pagarán el costo de la adhesión a este convenio.
La Red Legislativa Indígena y de Políticas Públicas expresaron que “esta es la usurpación que quedaba. Ya nos quitaron la tierra, el agua, ahora nos quieren quitar los cultivos y las hierbas medicinales… El Estado roba, y luego aplica leyes antiterroristas o militarización cuando las comunidades protestan”. La votación tuvo lugar en medio de un ambiente caldeado por el rechazo popular a la aprobación del proyecto Hidroaysén.
Los indígenas también recordaron que este tipo de leyes han sido rechazadas por indígenas de todo el mundo, ya que han advertido que es una nueva forma de robo legal de plantas intervenidas y modificadas a través de técnicas ancestrales y protegidas en caso de peligro, sequía o monocultivo. “La papa chilota continúa viva gracias a nosotros, no gracias a las transnacionales”, dijeron a modo de ejemplo.
LOS AMIGOS DE MONSANTO
La iniciativa resistida por todas las organizaciones campesinas con base social, será remitida al presidente Sebastián Piñera para su promulgación, de acuerdo al boletín de prensa del Senado. Los votos a favor correspondieron a los senadores Carlos Cantero (Antofagasta, Independiente); a los UDI Juan Antonio Coloma y Hernán Larraín (ambos de Maule), Pablo Longueira y Jovino Novoa (ambos de RM) y Jaime Orpis (Tarapacá); y a los RN Francisco Chahuán (Valparaíso), José García, Alberto Espina (ambos de Araucanía), Carlos Kuschel (Región de Los Lagos), Carlos Larraín (Valdivia), Baldo Prokurica (Atacama), más el PPD Eugenio Tuma (Araucanía, PPD). La cómoda abstención estuvo a cargo de los PS Camilo Escalona (Los Lagos) y Juan Pablo Letelier (O’Higgins), junto a los DC Hossain Sabag (BioBio), Patricio Walker (Aysén) y Andrés Zaldívar (Maule), y Antonio Horvath (Aysén RN).
La Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales, impulsora de la normativa chilena, es una organización propiciada por las transnacionales comercializadoras de semillas y respaldada por los gobiernos, de la que Chile es parte.
Monsanto –que controla más del 90% del mercado de la semilla transgénica- Syngenta, Bayer, y Dupont son sus principales miembros.
En Argentina, Monsanto tuvo a Felipe Solá, que le abrió las puertas del país de par en par cuando era secretario de Agricultura durante el gobierno de Menem.
En Chile, tienen casi a un senado completo.
El Ciudadano (Chile)
periodismosanador.blogspot.com
Senado.cl
Clarisa Ercolano
BWN Patagonia
Leave a Reply