(CNA) El kirchnerismo buscó crear un discurso de combate con los medios de comunicación pero, contradictoriamente, forman parte estructural de su forma de construcción política. El conflicto con el Grupo Clarín. Las denuncas de las organizaciones de prensa.
Tras varios años de presidentes mediáticos, la obstinación de los Kirchner por participar y transitar el mundo de los mass medias podría parecer, a primera vista, un giro de timón.
Sin embargo, tanto Néstor como Cristina Kirchner, han implementado distintos mecanismos y lógicas en su relación con los medios de comunicación, destinados a construirlos como enemigos directos del proyecto kirchnerista y, en el caso de los más extremos, como enemigos actuales del proceso democrático, que como veremos, lejos de prescindir de ellos, los han colocado en el centro de la escena periodística.
La estrategia del ex presidente es la de ubicar a la prensa en el lugar de actores políticos, con intereses políticos propios que van mucho más allá de comunicar, sino que se ponen de lleno en el papel de militantes políticos.
Pero este discurso que coloca al Gobierno como víctima de una supuesta gran maquinaria de la mentira y de armado de operaciones políticas por parte de la oposición, encubre la lucha por otro tipo de intereses que, en la arena política, suelen pesar lo suficiente como para montar la batalla que el kirchnerismo ha propiciado entablar. Se trata de los económicos.
La relación del kirchnerismo con el principal grupo mediático, Clarin, comenzó sin altibajos y con el beneplácito del presidente, quien decidió prorrogar por diez años más las licencias de los medios pertenecientes al grupo, lo que lo llevó a estar en una posición muy cómoda en las críticas que emanaban los medios pertencientes al mismo.
Por el contrario, en la primera etapa del kirchnerismo, el enemigo que surgía de la prensa argentina era el matutino La Nación y varios de sus colaboradores, en especial Joaquín Morales Solá.
¿Qué te pasa Clarín?
Probablemente el que sigue sea, de todos los ataques del kirchnerismo a la prensa el que más sorprendió por lo directo y el que permanecerá en el colectivo popular: «Nosotros no lucramos, Clarín. No estamos con los negocios, Clarín «, disparó Néstor Kirchner en un acto partidario, para continuar señalando: «Todo Negativo, Clarín, ¿por qué estás tan nervioso? Hacé democracia, porque la gente ya se está dando cuenta», volvió a arremeter: «Tranquilizate, por Dios, tranquilizate. Clarín, hablá con la verdad, deciles la verdad a los argentinos».
Pero la campaña K contra el «Gran diario argentino» había comenzado mucho antes, en pleno conflicto con el agro, cuando los jóvenes del movimiento kirchnerista, encabezados por «La Cámpora», del cual uno de sus líderes es Máximo Kirchner, quienes junto a varios sectores piqueteros, vistieron a la ciudad de Buenos Aires y gran parte del conurbano con carteles que tenían la leyenda: “Clarín aprieta”, “Clarín quiere inflación”, “Clarín miente”, “Clarín contamina”, “TN Todo negativo, Todo Negocio”.
No hizo falta la firma, ya que se sabía inmediatamente de donde venía este ataque, ya que indiscutiblemente, el titular del PJ nacional suscribió a cada una de esas consignas. De hecho, muchas de ellas fueron repetidas el día del verborrágico qué te pasa Clarín.
El kirchnerismo y las organizaciones de prensa
Hace quince días atrás, ADEPA, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentina, emitió un nuevo comunicado, denunciando que en el país «la libertad de prensa se ha deteriorado gravemente».
En el texto, la organización expresó que «como muchos otros países de nuestro continente, la Argentina padece una baja calidad institucional». Y agregó que «la vigencia de una democracia formal no alcanza a disimular la falencia de su funcionamiento por defección de algunos de sus protagonistas».
«La prensa, como institución social, sufre también los sinsabores que provoca una cultura política que no ha alcanzado a desterrar plenamente ciertos rasgos de autoritarismo», señala el escrito.
«Otra preocupante expresión se encuentra en la distribución arbitraria, a veces interesada, de la publicidad oficial, beneficiando o castigando a los medios según el tono de su contenido», dice en referencia a una denuncia de larga data desde que llegó a la Casa Rosada , Néstor K, y que se profundizó con decretos de por medio, en la era de Cristina.
Ya sobre el final del comunicado, ADEPA criticó a la administración de Cristina Fernández de Kirchner. «El periodismo es visto por una parte del Gobierno como un enemigo a derrotar. Por eso, la compra de medios a través de adláteres, el financiamiento de grupos adictos y la cooptación económica de otros», dispararon.
«En las sociedades en las que la comunicación oficial es altamente centralizada, los cambios políticos suelen ser convulsivos», finalizó el organismo.
Ya el año pasado, ADEPA había denunciado persecución fiscal a las empresas periodística por parte de la AFIP. Esas denuncias se suman además a los informes de la Sociedad Interamericana de Prensa, una institución que advirtió por casos directos e indirectos de censura.
Como puede verse, la relación de los Kirchner con los medios de comunicación ha pasado por muchas etapas, desde el enamoranmiento inicial a una crítica mordaz a muchos de ellos. Desde la recuperación de la democracia en 1983, los medios han pasado a ser un factor esencial de poder en la Argenitna, ya que lo que se dice en los mismos repercute con una opinión, negativa o positiva, en forma inmediata en la población.
Los Kirchner, poco afectos a la crítica, no toleran a los medios independientes que informan realmente lo que sucede en la Argentina, y desean que los medios comuniquen la realidad «dibujada» que se ve en la Casa Rosada, tratando de que se le de a la población en general, un «Diario de Yrigoyen», que pocos están dispuestos a comprar hoy en día.
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